El estreno de Iñaki Tejada como entrenador del Sporting no fue el soñado. Como tampoco lo habrá sido el debut de Adrián Colunga, que compareció en una segunda parte muy pobre del equipo rojiblanco. Día malo, partido malo y resultados malos para los intereses de un equipo que cada domingo que pasa se ve más metido en la zona del agobio. Porque goleado fuera y empatado en casa, el Sporting no sale del pozo. La cuestión que dejó el partido de ayer fue si los rojiblancos están cortos de fuerzas, por más que el agua caída sobre el césped de El Molinón dejara la habitual alfombra pesada. Pero cuando el campo se pone pesado se pone pesado para unos y otros.

La presentación de Tejada no fue, en verdad, la mejor posible. Por el resultado, por la imagen del equipo en la segunda parte y hasta por los cambios ordenados. Pese a todo, hubo detalles que dejan un amplio margen para la esperanza. Nada está aún perdido, aunque el panorama se oscurece con el calendario inmediato que llega: Valencia, Atlético de Madrid, Racing de Santander, Barcelona y Sevilla. Este último, en plena crisis con la derrota de anoche ante un Villarreal que ha reaccionado y se va para arriba. Una crisis que puede llevarse por delante al gran Marcelino.

El Osasuna no ha sido, ni de lejos, un buen equipo en El Molinón. Con llegadas escasas al área de Juan Pablo, que no fue solicitado como en otros partidos, tuvo bastante para llevarse un punto que dio la impresión de que les supo a gloria a Sergio, impecable en el centro de la defensa, y a sus compañeros. Porque tras el empate, con el rival disminuido en fuerzas y en espíritu, los navarros fueron incapaces de irse a por el partido, temerosos quizá de una de esas reacciones rojiblancas que ayer no se vio por ninguna parte. El Osasuna había sido inferior en el primer tiempo, pero entonces el Sporting tampoco había llegado con frecuencia a la portería de Andrés, aunque Carmelo había aprovechado un centro de oro de Nacho Cases. Tras el descanso, el Sporting no tuvo más ocasión que un cabezazo desviado de Gregory en un saque de esquina. El Sporting hizo ayuno de remates, aunque aún no ha llegado la Cuaresma.

Día gris, partido gris, futuro gris, pero sin motivos para dar por pedido el objetivo de la salvación. El nuevo entrenador tiene mucha tarea por delante y la afición, apagada ayer por el mazazo del gol del empate y el flojo segundo tiempo, muchos días para esperar la mejoría y la ayuda en el intento salvador. Hace dieciocho años, en un día de lluvia intensa, el Sporting goleó al Osasuna por siete a uno. Fue el gran día de Escaich, el jugador con mejor tobillo que pasó por El Molinón en mucho tiempo. Marcó cuatro goles, algo que ningún otro ha vuelto a repetir. Eran otros tiempos en los dos equipos. Ahora no quedan entrenadores como Martín, entonces técnico rojillo, que mandó a los suyos a una ofensiva suicida. Son otros tiempos.

El Sporting no dio una imagen de esperanza en el partido de ayer. Pero la esperanza no se pierde por convencimiento y por necesidad. La pérdida de categoría sería un desastre. No son días para esperar el desastre; al contrario, son días para confiar en la remontada.