Sevilla

El Villarreal ganó 1-2 al Sevilla en el Sánchez Pizjuán y logró su primer triunfo de la temporada fuera de casa, lo que permite al «submarino» emerger desde los puestos de descenso a costa del equipo del asturiano Marcelino, que queda en la picota tras sumar siete partidos sin ganar y se hunde cada vez más en la tabla en medio de la bronca de su afición.

Con la novedad del regreso al 4-4-2 con el malí Kanouté junto a Negredo en punta, el Sevilla fue el primero en inquietar con un tiro flojo de Manu. Sin embargo, los de Molina se hicieron con el control del centro del campo y fueron erosionando a un Sevilla que anduvo perdido y falto de intensidad, con lo que los amarillos aprovecharon la pasividad de su rival y, en su primera acción clara, se adelantaron por medio de Borja Valero.

Con el 0-1 el Villarreal dominaba claramente el centro del campo y estuvo cerca del 0-2 a la media hora tras una falta lanzada por Valero que empalmó el argentino Musacchio, pero Javi Varas, providencial, despejó con acierto.

Los de Marcelino reaccionaron y, tras avisar con un cabezazo de Kanouté, equilibraron el marcador en una rápida incursión de Navas cuyo centro desvió Bruno en propia puerta. Esto espoleó al Villarreal, que rozó el segundo en dos acciones del canterano Joselu, pero Varas salvó a su equipo.

En la reanudación, Marcelino se la jugó con una defensa de tres, con el peligro de que a cada pérdida de balón sucedía una contra visitante.

El partido estaba loco. Los sevillistas, con mucha pólvora arriba pero con las líneas muy separadas, permitían las salidas vertiginosas del Villarreal, que perdonó, no cerró el pleito por su ineficacia en el remate y fue diluyéndose, salvando Diego López a los suyos de manera especial en un lanzamiento raso y potente de Navas.

Los sevillistas no atinaron y el Villarreal aprovechó su momento, en la enésima contra llevada por Borja Valero, al marcar Camuñas el 1-2 y provocar el enfado de una grada que despidió a Marcelino con una gran bronca.

«A los entrenadores no nos dejan sin trabajo las personas, sino los resultados, y los resultados son malos. Los que deciden tienen la potestad de destituirme si consideran que es lo mejor. Nunca bajo los brazos, y la ilusión con la que vine voy a mantenerla hasta el último día en que esté en el Sevilla», dijo el técnico asturiano tras el partido.