Avilés, A. FERNÁNDEZ

El capitán, Sietes, lució nuevo «look», con la cabeza rapada al estilo de Miguel Suárez, y el cambio le dio suerte puesto que marcó su primer gol como blanquiazul en el sitio y el momento más oportuno: ante su afición, en el derbi, a falta de cinco minutos para el final, y el que dejó los tres puntos en casa.

El veterano jugador (pronto cumplirá 38 años) lo celebró por todo lo alto: corrió, se besó la camiseta, lanzó besos y aplausos al público (que coreó su nombre), y se abrazó con todos. Ni pudo, ni quiso ocultar su emoción. «Tuve la suerte de estar muchos años en buenos equipos y me sentí muy querido, pero esto es diferente, más familiar, parece que lo vives más. Y se ve que me estoy haciendo mayor y más sensible. Me emocioné. Sentí muchas ganas de saltar, no sé, de devolver a la gente todo ese cariño que me hace sentir», explicó.

El jugador recuerda bien la jugada. «Fue un pase muy bueno de Miguel por dentro, recorté al jugador que estaba cerrando y me quedó franco el balón. Le pegué con la derecha y hubo suerte de que cogió portería. Quién me iba a decir que con la pierna con la que me tropiezo siempre al subir al autobús iba a meter el gol», explicó. Sietes reconoce la importancia del gol. «Estoy muy contento porque estábamos sufriendo un poquito después de perder ocasión tras ocasión, sobre todo en la primera parte, y al final fue un alivio para el equipo, para la gente y para todos, porque era uno de esos días en los que el balón se niega a entrar». Y tuvo palabras para la afición. «La gente respondió, y eso que era una tarde para valientes por el frío que hacía. Me alegro más por ellos que por mí, por el equipo y por los puntos», concluyó.