Dicen que al poeta Baudelaire le salvó de una tentativa de suicidio la audición de la ópera «Tannhäuser», de Wagner, y dicen que a los culés nos salvó de la tentativa de suicidio deportivo el partido de Liga de Campeones contra el Bayer Leverkusen. Lástima que el Barça no tenga que enfrentarse en octavos de final a un equipo de Leipzig, la ciudad donde nació Wagner. Así, los seguidores del Barça y los seguidores del poeta maldito francés podríamos hermanarnos y reunirnos para ver partidos del Barça mientras leemos poemas de Baudelaire y nos sobresaltamos con las notas de «Tannhäuser». Fútbol, poesía y ópera. Mola. Pero, para desgracia de la poesía y de la ópera, lo cierto es que los culés no teníamos intención de suicidarnos ni después de la derrota ante Osasuna ni antes de la victoria en Leverkusen, y ni siquiera tenemos pensado suicidarnos si Los Otros consiguen su triste objetivo en esta temporada futbolística: celebrar en el Camp Nou una supuesta victoria en el Campeonato de Liga.

Puede que el Barça de Guardiola muera esta temporada sin ganar ningún título más, pero de ninguna manera se suicidará. La muerte llegará cuando tenga que llegar. Decía Esquilo que la muerte es la única deidad que no ama las ofrendas. Esquilo, con perdón, estaba futbolísticamente equivocado. En fútbol, la muerte ama las ofrendas como la sonrisa ama la boca o la mirada ama los ojos. La ofrenda que el Barça de Guardiola tiene preparada para cuando se produzca ese famoso cambio de ciclo por el que suspiran en los sótanos del Bernabeu es un puñado de títulos ganados con un juego que ningún futbolero ha visto jamás. Ahora no lo vemos porque tenemos a Messi, Xavi y compañía demasiado cerca, pero con el tiempo hasta la muerte hablará con respeto de un equipo que murió sin traicionarse a sí mismo. ¿Cuál será el legado de Mourinho? ¿Qué huella dejará en la historia del fútbol? Y no me digan que lo único importante es ganar títulos y partidos, porque para eso ya tenemos a Clemente. Además, un equipo que presume de ser el mejor club del siglo XX debe aspirar a algo más que a un pasillo honorífico en el Camp Nou. Qué sueños tan pobres.

Creo que esta temporada ya es una gran temporada para el Barça. Y creo que puede ser todavía mucho mejor. Pero cuando dejemos de ganar títulos, cuando Xavi y Pujol se retiren, cuando Piqué prefiera la dulzura del amor a la soledad de las ruedas de prensa, cuando Guardiola decida irse a su casa o a entrenar al Inter, los culés sonreiremos al dios del fútbol y diremos: los que van a morir te saludan. Y que nos quiten lo bailao. Tendremos tantas cosas que contar a nuestros nietos?