Mientras en Barcelona se discute si Piqué se pasó con la acusación del árbitro Velasco Carballo de que su expulsión había sido premeditada por una reclamación de un penalti previo de Botía a Keita, las buenas gentes se preguntan dónde quedan las frases de Xavi acusando a los jugadores del Real Madrid de no saber perder. Y, por aquí, dicho sea con perdón a la vista de los altos intereses azulgranas y blancos, aún habrá que preguntarse si fue o no fue falta el agarrón y rodillazo del susodicho Piqué a Miguel de las Cuevas. Porque resulta que la falta fue indiscutible y entre De las Cuevas y la portería del Barcelona sólo quedaba Víctor Valdés; o sea, falta y expulsión, con premeditación o sin ella. Pero los diez puntos reabren la caja del victimismo arbitral barcelonista, el mismo que exhibía hace un año Mourinho y de las Alas Pumariño, quien ahora no precisa ni de disculpas ni de presiones; tiene bastante con Cristiano Ronaldo, con Kaká y con Özil.

El partido del sábado en Barcelona deja otros posos, algunos ciertamente divertidos. La trayectoria de Javier Clemente Lázaro, el entrenador rojiblanco, da para mucho. En la noche del domingo, en Canal Plus, Manu Sarabia y Santiago Cañizares resucitaron las viejas polémicas alrededor del juego que implanta el entrenador. Sarabia ninguneó sin disimulo el planteamiento del Sporting en Barcelona porque el equipo estuvo muy atrás, no alineó a un solo delantero y perdió el balón en seguida. Cañizares salió en defensa del entrenador del Sporting, que maniató a un Barcelona que no tiró apenas a puerta y que no encontró los caminos para llegar a la portería de Juan Pablo. En resumen, las dos Españas futbolísticas: la anti Clemente, uno de cuyos sumos sacerdotes es Sarabia, alejado del entrenador desde sus primeros años en el banquillo, y la pro Clemente, representada por un Cañizares que contó siempre en los planes del seleccionador. Clemente, no se olvide, fue clave en el traspaso de Cañizares desde el Celta al Real Madrid en vísperas del Mundial de Estados Unidos en 1994. Curiosa polémica en la que el Sporting de Barcelona apareció en el medio. Y las que quedan por llegar.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué viene siendo, que diría un gallego, del chico de los autobuses? Algún día que no sea como hoy, martes, aunque esto siga sin ser Bélgica, habrá que contar la pequeña historia del mínimo personaje que llegó a creerse una especie de gurú del santo advenimiento futbolístico. Mondo cane a la vista de la realidad.

Así las cosas, la cuenta atrás para la llegada del Sevilla de Míchel, otro de la cuerda anti Clemente, ha comenzado. El Sporting está ante uno de los partidos más importantes de los últimos años porque o lo gana o puede iniciar la despedida de la categoría con todo lo que lleva aparejado. En Sevilla, por cierto, esperan que aparezca el Reyes que esperaron fichar. Con que no aparezca en El Molinón los rojiblancos irán sobrados, pero quedan otros jugadores de alto nivel y algunos en gran forma. Pero el del sábado es el partido del mes, o si nos apuramos del año. Tras él habrá o luz o tinieblas.