«Cuando llegamos al campo me dijo que iba a jugar y que tenía que cubrir a Cesc, que tenía que estar encima de él y no dejar que se gire». Pedro Orfila cumplió con creces la misión que le encomendó Clemente. Cesc Fàbregas, uno de los mejores futbolistas de lo que va de temporada, tuvo que ser sustituido y se fue aburrido, sin tocar el balón. Con la misma naturalidad con que anuló a su oponente, el luanquín se quita importancia: «Se trata de estar encima de él y de que no se mueva. Si te paras a pensarlo, es fácil». Así es Pedro Orfila, un chaval sencillo, nunca perdió la fe a pesar de que la oportunidad nunca le llegaba: «El caso de Nacho Cases es una motivación para cualquier jugador del filial».