Podría decirse que la suya es una amistad «canalla», forjada en largas noches de aparcamientos y de mensajes enviados en botellas que vuelan y se estrellan contra el chasis de un autocar blanco. Podría incluso tirarse de refranero y apelar a aquello de que los amores más reñidos son los más queridos. El caso es que Manuel Preciado y José Mourinho, que no empezaron su relación con buen pie, son hoy grandes amigos. El ex entrenador rojiblancos acudió en la mañana de ayer a la Ciudad Deportiva de Valdebebas para presenciar en directo los métodos de entrenamiento del luso. Preciado, que iba acompañado de su asistente Josep Alcácer, terminó compartiendo mesa y mantel con Mourinho y sus asistentes, Aitor Karanka y Rui Faría, quien estuvo en el centro de la polémica.

«Ahora mismo podemos presumir de tener una relación magnífica. Estoy muy agradecido con su comportamiento y él me tiene también mucho afecto», declaró el cántabro tras presenciar la sesión. La chispa entre ambos surgió cuando José Mourinho dio un paso adelante y, en un ejercicio de elegancia, telefoneó a Preciado para darle el pésame por el fallecimiento de su padre. El cántabro supo valorar el gesto, que compensó con creces el comportamiento inicial del luso, cuando crítico una alineación plagada de suplentes que Preciado había presentado en el Camp Nou.

«Algunos equipos juegan contra ellos -en referencia al Barcelona- y regalan el partido. O piensan que no pueden ganar y ponen al segundo equipo», censuró Mourinho. La respuesta de Preciado fue contundente: «Si lo dice de verdad, es un canalla y un muy mal compañero de trabajo. ¿Pero quién es éste para pensar eso? ¿De qué va?». Luego, tras un tenso encuentro en El Molinón, los incidentes llevaron al aparcamiento. El autocar del Madrid bloqueaba la salida del coche del cántabro y Rui Faría y otros integrantes de la expedición hicieron gestos a Preciado de que se iba a Segunda. El cántabro les retó a que bajasen y lanzó una botella de agua contra el vehículo.

Todo aquello quedó atrás con la llamada de Mourinho. Desde entonces, la relación entre ellos dio un giro de 180 grados y, según parece, se forjó una buena amistad. «Es un gran entrenador. Ahí está su palmarés y sobre todo la vitalidad del día a día. Cuando uno ve cómo trabaja, cómo entrena y la motivación que imprime a cada minuto, los éxitos se reflejan sobre el campo», elogió para concluir: «Es un number one».