El fútbol esconde historias tan humanas como la que encarna Formose Mendy. El extremo sportinguista salió con apenas siete años de Senegal para labrarse un futuro en Europa. Su destino sería Marsella, una ciudad en la que Ángela Mendy, la hermana de su padre, había conseguido sacar adelante a ocho hijos. El siguiente fue el ahora jugador rojiblanco, que no dudó en pagarle el vuelo desde la ciudad francesa el pasado fin de semana para que asistiera a su debut en El Molinón. Su reencuentro pone en valor los enormes esfuerzos que tuvo que afrontar la familia para ver cumplido un sueño que se ha convertido en el orgullo de los Mendy.

«Es mi tía, pero la considero mi mamá». Mendy tiene claro que Ángela tiene mucha culpa de que haya conseguido convertirse en futbolista. El rojiblanco tiene bien presentes los recuerdos de la infancia, cuando «ella me pagó mis estudios y me educó para que algún día pudiera dedicarme al fútbol. Le debo mucho». Ángela Mendy es, durante estos días, la invitada de excepción en la residencia gijonesa del jugador rojiblanco. Allí, junto a su novia Melisa, su hijo Khalif, de dos años, y su hermano Sandy, reviven su estreno en El Molinón.

«La victoria ante el Sevilla ha conseguido que viviéramos un fin de semana perfecto. Estuve muy tranquilo durante todo el partido. El rendimiento fue notable, pero este triunfo no sólo lo conseguimos los jugadores, también es gracias a la afición», explica Mendy. Ángela, cuya lengua materna es el francés y apenas domina el español, asiente con media sonrisa. «Me dice que desde la grada se me veía muy pequeño. Le daba un poco de pena», explica con humor el protagonista. «Está muy contenta por ver el cariño del público y cómo me están yendo las cosas», añade más serio mientras le extiende la mano.

La última vez que Ángela vivió un partido en directo de su sobrino fue durante su etapa en la cantera del Olympique de Lyon, cuando contaba con 15 años y compartía vestuario con el futbolista del Real Madrid Karim Benzemá. Mañana regresará a Francia con la camiseta de aquel niño menudo que tenía el balón como juguete favorito y del que ha sacado el mejor partido para que triunfe en Gijón.