Avanza el mes de marzo y la llegada de abril provoca que esté cerca la hora de la verdad para las distintas competiciones, las nacionales y las internacionales. Los cuartos en la Liga de Campeones, con el sorteo a celebrar a media mañana de hoy, porque los suizos son gentes madrugadoras, y en la Liga Europa, donde el Athletic de Bilbao y el Manchester United ofrecieron otro bello espectáculo en un San Mamés que ya por sí mismo lo es. La hora de la verdad está llegando y los ocho cuartofinalistas de la máxima competición echan cuentas para ver qué rival les va a deparar el bombo. Los que sueñan con el Apoel de Nicosia, en Chipre, de cuya Liga llegó a Gijón el argentino Sangoy (por lo que se escucha, otra sabia decisión), que tengan cuidado no sea que continúen las sorpresas, aunque ya se ven más lejos que en eliminatorias anteriores.

Pero la hora de la verdad más cercana e importante es la hora de la salvación de un Sporting que mañana se juega en Granada gran parte del amplio trozo de esperanza que ha completado la victoria sobre el Sevilla. Eguren dijo ayer que era un partido de siete puntos: los tres de la victoria, los tres que pierde un rival directo y el uno del coeficiente particular, que a estas alturas de la película adquiere enorme importancia. En Granada saben de la importancia del partido y lo adornan con los gestos habituales en estos casos: día del acompañante, llamamientos a la afición en busca de apoyos y demás parafernalias al uso. Nada nuevo bajo el sol futbolero. Pero lo que cuenta, como casi siempre, es lo que hagan los protagonistas en el verde. El Sporting tiene que confirmar que, al fin, ha enderezado el rumbo y que va directo hacia la salvación. Al fin.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿los movimientos de tropas iniciados en el microcosmos de Mareo tienen que ver con los movimientos que se han de producir en verano, cuando las noches son más cortas? Atentos a las jugadas, damas y caballeros. Aunque las jugadas no serán las mismas si el equipo sigue en Primera que si se consuma la catástrofe.

Por los aledaños de las anécdotas, de nuevo impagable Eladio Paramés, el agregado de prensa y portador del telefonillo del jefe, Mourinho y de las Alas Pumariño, que ha vuelto a cargar contra la afición del Bernabeu. O sea, que el entrenador está enfadado porque escuchó algunos pitos. Si cree que va a cambiar a la grada blanca, está seriamente equivocado, pero cada loco con su tema.

El fin de semana, con veinticuatro horas de diferencia, trae un duelo de los dos grandes andaluces, Sevilla y Málaga, con Barcelona y Real Madrid, en una de las postreras ocasiones azulgranas para meter presión a los blancos del liderato. El Sevilla anda más justo de lo que esperaban los más finos analistas en los comienzos de la Liga, por lo que su resistencia ante el Barcelona es una incógnita, como lo es la que ofrezca el Málaga en el campo que no le gusta al entrenador portugués del líder. Son dos partidos que, en principio, han de ofrecer nivel, aunque ya se sabe que muchas veces los dos poderosos pasan por encima del rival y lo dejan en casi nada.