La determinación del área técnica está establecida en el terreno de juego con una línea de un metro a cada lado del banquillo y a otro metro de la línea lateral del campo, señalada esta ultima de forma discontinua. Por esa superficie es por donde los entrenadores se pueden mover, dar indicaciones a sus jugadores -solamente una persona cada vez- y una vez dadas las mismas retornar a su puesto. En este espacio se desarrollan infinidad de circunstancias entre los distintos contendientes, que más de una vez lleva a situaciones muy desagradables y faltas de toda ética. También es el lugar ideal para que el cuarto árbitro desarrolle su más amplia labor, a veces con una vigilancia inusitada y con caracteres de presión excesiva, casi siempre contra la figura del entrenador.

Hasta qué extremo se lleva esto que Lucas Alcaraz, entrenador del Almería, definió la labor que algunos árbitros ejercen en el área técnica «como un estado policial, y lo que es peor las sanciones son desmesuradas para respaldar ese estado policial». Estamos ante un aspecto a delimitar y cambiar procederes poco productivos que nos llevan a valorar equivocadamente comportamientos que en nada favorecen el buen discurrir de un partido de fútbol. Entiendo que esto es cosa de todos, no quiero ni culpar a nadie ni por supuesto eximir a nadie. Debemos considerar que hay momentos en los que la comprensión es mucho más valorable que la estricta aplicación del poder de mando.

Son muchos los técnicos, no sólo Alcaraz, que se quejan y no sin razón, de la poca comprensión de ciertos árbitros al acercarse al área técnica. Rara vez su decisión de ir a ese lugar se salda sin alguna amonestación o expulsión, a alguno de los miembros de los banquillos siendo la mayoría de la veces sancionado el entrenador.

Una mejor relación entre los diversos deportistas que integran el evento, árbitros y entrenadores, más comprensiva y natural acarrearía un mejor entendimiento entre todos y relativizaría el apartado sancionador, para unas personas que están realizando su trabajo en un estado emocional que puede influir para modificar su conducta. Seamos todos más benevolentes y apoyémonos más en el diálogo antes de tomar decisiones precipitadas. Tenemos infinidad de muestras en otros deportes -baloncesto sin ir más lejos- donde la relación juez-entrenador es dialogante y fluida y esto engrandece a las partes. Siempre es el momento adecuado para hacer lo que se entienda como correcto y mejorable, porque ya sabemos que para tener problemas no necesitamos ayuda.