Otra vez la cruda realidad clasificatoria coloca al Sporting ante diez días que pueden cambiar el mundo; los diez días que van desde el partido de mañana ante el Zaragoza hasta el del miércoles 11 de abril, cuando reciba al Levante, con el viaje a Getafe por el medio. Otra vez tres partidos para sumar los nueve puntos con los que se lleva soñando desde el comienzo de la temporada, desde que al perro le empezaron a administrar veneno. Los entrenadores que dicen eso del «partido a partido» o engañan o están despistados. Los buenos entrenadores van marcando ciclos concretos en el calendario liguero y echando las correspondientes cuentas. En el caso del Sporting, de nuevo tres partidos van a marcar el futuro, como lo pudieron marcar los tres partidos que empezaron contra el Sevilla para seguir con el Granada y cerrar contra el mallorca. El ciclo empezó de cine con la victoria ante el Sevilla, pero se vino abajo con las derrotas de Granada y, sobre todo, la casera ante el Mallorca. Ahora la complicación se agranda porque llega un colista renacido que querrá sumar nueve puntos en tres partidos, y ya lleva seis. Y después, el viaje a Getafe, donde juegan dos viejos conocidos de la casa, Míchel y Diego Castro, el que no era Di Stéfano, que no lo es en efecto, pero al que tanto se echa de menos. El ciclo se cierra con el recibimiento al Levante, de largo la gran sorpresa de esta temporada y un rival de marca mayor. Nueve puntos con aires de un Tourmalet futbolístico, otro, que ya van varios en esta Liga que saca canas a las buenas gentes rojiblancas.

Los más finos analistas del lugar esperan que el Sporting salga con todo mañana, con Eguren, André Castro, «Oporto» como lo llama Javier Clemente, y Nacho Cases en la zona ancha y toda la artillería arriba: De las Cuevas, Barral y Adrián Colunga. Ya se sabe que Botía no ha recibido justicia del Comité de Apelación, que no vio con mejores ojos las pruebas videográficas enviadas por el Sporting para demostrar que de penalti a Llorente, nada. La segunda tarjeta al barcelonista Thiago ha sido retirada, quizá porque el vídeo azulgrana tiene más calidad que el rojiblanco.

Con Botía o sin él, no queda otra que ganar, ganar y ganar, que diría Luis Aragonés. Ya no queda tiempo más que para sumar de tres en tres puntos; ya no queda tiempo ni para las disculpas arbitrales o las disculpas del supuesto mal estado del terreno de juego.

A propósito, si pregunto, ¿molesto?: ¿tiene sentido la protesta del Barcelona por el supuesto mal estado del césped del campo del Milán? No parece que sea muy habitual ese afán por quejarse de todo cuando no se ganan los partidos. Luego los que no saben perder son otros. El Milán y el Inter no juegan en un patatal, que se sepa y se vea desde la pantalla, plana o no.

Vienen días grandes para los intereses rojiblancos. Días grandes por lo que van a vivir los aficionados y por el significado que la salvación tiene para la entidad, cuyo sitio natural es la Primera División. Porque, damas y caballeros, lo anormal en el Sporting es malvivir en Segunda. ¿O no?