Veinte años se cumplieron ayer del fatal accidente de tráfico que le costó la vida al genial e inolvidable Juan Gómez González, «Juanito», el tantas veces llorado 7 del Madrid.

Juanito, que entonces era entrenador del Mérida, sólo pudo vivir 37 años, curiosamente, el número del pie que calzaba. Le quedaba toda una vida por delante. Sus hijos, Juan David, Joaquín Roberto y Jennifer, aunque eran pequeños cuando ocurrió el fatal desenlace en aquella carretera toledana de Calzada de Oropesa (15, 13 y 9 años, respectivamente), no le olvidan.

A Juanito, que era muy supersticioso (no soportaba el amarillo, y quiso que los nombres de sus hijos comenzaran por «J», entre otras muchas manías), le había leído la mano semanas antes de morir una gitana, que le dijo que fallecería joven. El de Fuengirola contrató un seguro de vida a las pocas horas de oír el mal augurio, y eso pudo lograr que su familia cobrara algo de dinero tras su muerte. «Ni siquiera habíamos llegado a pagar la primera letra», recuerda Roberto Gómez, el mediano de los tres hijos que tuvo con su primera mujer, Mari Carmen Mira.

Joaquín Roberto Gómez Mira (Madrid, 28-04-1978) guarda con mimo, en una habitación de su casa, a las afueras de Fuengirola, numerosas pertenencias de su progenitor: más de 160 camisetas del Madrid, el Burgos, el Atlético de Madrid, Los Boliches y de numerosos equipos que fueron rivales, un chándal del Málaga, los trajes de la selección española cuando jugó los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) o el de la recepción al Rey Juan Carlos, cientos de fotografías, decenas de cartas de los aficionados que le entregó el Madrid, unas botas antiguas de Adidas, acreditaciones de los mundiales que disputó su padre (Argentina-1978 y España-1982)...

Con todo ello podría hacerse un museo en recuerdo de Juanito si el Ayuntamiento de Fuengirola u otra administración contribuyera económicamente. «Mi madre le grababa los partidos de los Mundiales y luego él los veía. Tengo la suerte de conservar cosas suyas. Esto es patrimonio de mis hermanos y mío», comenta Roberto.

Juan David Gómez Mira (Burgos, 13-12-1976), el primogénito, reconoce que no podría contar con nada de su padre: «No tengo nada de él, porque soy muy desprendido, y lo regalaría a los amigos y familiares que me lo pidieran». Juan David es igual de generoso que su padre.

Al hablar de Juanito resulta inevitable acercarse al restaurante Juan Playa, el chiringuito que en su día perteneció al inolvidable futbolista, que conserva el nombre, situado en el paseo marítimo de Fuengirola (donde está su busto), sobre cuya pared hay cuatro fotos de Juanito, tres con el Real Madrid y una con la selección española.

Junto a esa playa donde Juanito aprendió a jugar al fútbol, a mostrar su habilidad desde pequeño hasta el punto de que falsificaron su ficha de juvenil para que pudiera jugar en regional antes de firmar por el juvenil del Atlético de Madrid (1969-1972). Ya en el primer equipo rojiblanco tuvo una grave lesión que precipitó que fichara por el Burgos (1973-1977, no había cumplido los 18 años), su antesala para fichar por el Real Madrid (1977-1987). Su última etapa la jugó en el Málaga (1987-1989) y en Los Boliches (1989-1990), con el que participó y brilló en ocho partidos. «Recuerdo haber visto a mi padre en los entrenamientos, en la ciudad deportiva antigua del Real Madrid», señala Juan David.

Roberto, por su parte, destaca la humildad de su padre. «Hoy en día resulta impensable que un futbolista que ha jugado la Copa de Europa termine su carrera en Segunda B (Los Boliches) por echar una mano al equipo, que estaba mal económicamente». Roberto, que fue futbolista hasta los 23 años, también colgó las botas en Los Boliches, pero por una lesión de rodilla.

Los tres hermanos vinieron de Madrid a Fuengirola tras el fallecimiento de Juanito. Con los años, Jennifer Gómez Mira (Madrid, 04-09-1982) se fue a la localidad madrileña de Valdemoro, junto a su novio, y su madre no quiso separarse de ella. «Tengo muchos recuerdos de mi padre, sobre todo, de cuando fue jugador del Málaga. Para mí es como si estuviera presente. Guardo el traje de comunión que me regaló, mil fotos de él, trofeos, un abrigo suyo e incluso llevo siempre una foto de él en la cartera», comenta Jennifer.

«A Juanito se le quiere en todos lados, pero como en el Madrid, en ningún sitio», apostilla Roberto. «El Madrid se portó muy bien cuando le hizo el homenaje a mi padre contra el PSG, que era una obligación moral. En el Madrid no tienen por qué llamarnos, no nos deben nada. Mi padre estaba prácticamente en la ruina. Comemos de nuestro trabajo, pero el Madrid ha hecho nuestra vida más fácil», comenta el mediano de los hermanos.

Vienen muchos homenajes en memoria de Juanito, pero el homenaje más conocido de todos es el que le hace cada minuto 7, en honor de su número, el fondo sur del Santiago Bernabeu.