De todas las escuderías que participan en el Mundial de F1 me atrevo a decir que dos son las que inician todas las temporadas con la obligación autoimpuesta de vencer: McLaren y Ferrari. Red Bull aún es joven, aunque va por ese camino. Williams hace años que perdió este tren. En lo que sí se diferencian McLaren y Ferrari es en la forma de afrontar las victorias y derrotas. En los primeros se nota la flema británica. En los segundos todo lo contrario, son latinos y pasionales y con Alonso en sus filas más que nunca. McLaren se recuperó del fiasco del Mundial 2007, el año del duelo Hamilton-Alonso, ganando el de 2008. Por el contrario, Ferrari no se ha sobrepuesto todavía de Abu Dhabi 2010.

Comenzar todos los años con el inexcusable objetivo de ser primeros se puede volver en tu contra. Si repasamos los últimos campeonatos, estos dos equipos sólo han triunfado en 2007 y 2008. Sin embargo, otros como Brawn (2009) o Renault (2005 y 2006) vencieron no siendo, sobre el papel, los favoritos de la pretemporada. Con ello no quiero decir que no compitieran para ganar. Ahora bien, no se les iba la vida en ello y por este motivo afrontaron aquellas temporadas sin la presión que soportan los grandes. Otro ejemplo y este referido a un momento más concreto: Abu Dhabi 2010, la carrera más intensa en emociones de los últimos años. Siempre me llamó la atención la tranquilidad con la que Red Bull abordó aquella cita y año y pico después he llegado a la conclusión de que el equipo energético actuó de aquella forma un tanto impasible por entender colmadas sus aspiraciones con lo conseguido hasta el momento (ya eran campeones del mundo de constructores). Si el título de pilotos no caía en aquel Mundial, pues lo haría en cualquiera de los siguientes. Ferrari, por el contrario, debía ganar sí o sí porque en su ADN sólo está la victoria. Otro tanto ocurría con Fernando Alonso, ya que no vencer en el primer año en Ferrari le provocaba ciertos agravios respecto a otros pilotos que sí lo habían hecho. Sin ir más lejos, Kimi, al que sustituyó.

Como ya dije, la escudería italiana no ha digerido aquel mal trago y comienza este año 2012 habiendo acometido una drástica revolución en el plano mecánico. Han cambiado, además del obligado rediseño de los escapes, dos pilares básicos del monoplaza como son las suspensiones y la aerodinámica. Las primeras sensaciones no han sido positivas y ya han sonado las primeras alarmas. Sin embargo, ¿alguien pensaba que con tantas novedades y de tanto calado el monoplaza iba a ser rápido en la primera vuelta? Pero si hasta Newey tardó años en convertir a los sucesivos RB en monoplazas dominadores. Por cierto y a propósito del ingeniero inglés, muchos de los que hace años vieron en Fernando la solución a los problemas de Ferrari piden ahora que Adrian se incorpore a la disciplina de este equipo. Así cualquiera acierta. No creo que lo haga cambiando su privilegiada posición en Red Bull por la presión que supone llevar indumentaria roja en el paddock. Todos los cambios hechos en Ferrari necesitarán tiempo para acoplarse, para que los pilotos los entiendan. Hasta dentro de unos meses no estaremos en condición de enjuiciar el nuevo monoplaza. Pero tiempo y paciencia no es lo que abunda en esta escudería. Los tiffosi no consumen ni lo uno ni lo otro y mal veo al alonsismo soportando un inicio de Mundial lejos del podium. Con lo fácil que resultó ganar hace bastantes años en Renault cuesta entender lo difícil que está siendo hacerlo con Ferrari.

Puede que Alonso y Fry hayan sobreactuado en las últimas apreciaciones que han hecho de la pretemporada y que las distancias con los mejores no sean tan abultadas. Red Bull sigue jugando al despiste para no mostrar todo su potencial si bien no va a tener un 2012 tan plácido como 2011. McLaren, que siempre tarda en cogerle el punto a las nuevas reglamentaciones, ha hecho una de las mejores pretemporadas de los últimos años y los veo luchando de tú a tú con los monoplazas azules. Puede que tras las declaraciones de Fernando y Nick se esconda el no cometer los errores de inviernos anteriores en los que se vendió mucho ruido y pocas nueces. Si así fuera, entonces un podium sería una victoria y una victoria el éxtasis. Albert Park, Sepang, etcétera, etcétera, tienen la palabra.