El recuento de los votos futbolísticos no será ni hoy ni mañana, ni lo fue ayer, aunque fue martes y esto siguió sin ser Bélgica; el recuento será el sábado cuando haya terminado el partido entre el Sporting y el Zaragoza, el duelo de colistas que nos ocupa. Es duro eso de colista, pero es la realidad que ha provocado el veneno que se le dio al perro y contra el que, loado sea el cielo, están apareciendo antídotos. El recuento es el del sábado porque los recuentos europeos de ayer, hoy y mañana pillan un poco lejos a los intereses rojiblancos.

Este Zaragoza tiene en sus vitrinas títulos nacionales y continentales, pero vive días turbulentos, suavizados con las dos victorias consecutivas que le han dado aire, tanto aire como que ahora mismo allí se ve la salvación como posible. Lo mismo que por los pagos rojiblancos. Y en ambos casos con razón porque es posible.

El partido del Anfield del Piles, que, por cierto, puede registrar su primer lleno completo desde la ampliación, abre la jornada que servirá para ir aclarando muchas cosas. Porque las cuestiones ligueras están casi todas por resolver. Lo único claro es que Real Madrid y Barcelona ocuparán las dos primeras plazas sin que ahora mismo esté decidido el orden. Lo demás queda pendiente de resolución, se supone que sin intervención de esos comités que tan poco respeto merecen a Pep Chanel Guardiola.

El entradón del sábado en El Molinón revela dos cosas: que las buenas gentes rojiblancas saben de la importancia del encuentro y que, una vez más, se demuestra que el fútbol es un espectáculo popular que necesita precios populares. En 1968, con el Sporting en Segunda, la entrada en la entonces grada este costaba veinticinco pesetas, las mismas pesetas que una entrada en los cines de estreno de Gijón, pongamos el María Cristina. Hoy, una entrada de cine de fin de semana cuesta siete euros y medio; la entrada habitual a El Molinón está muy por encima del doble o triple. La diferencia convendría que alguien la explicara, si es que tiene explicación.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿a qué se debe la racha de lesiones musculares que sufren los jugadores del Sporting en las últimas semanas; quizá tengan que ver con el veneno del perro? La explicación, según los más finos analistas del lugar, está clara, pero no será este humilde hueco periodístico el que ofrezca las versiones más solventes que no están relacionadas con el futvoley de los buenos tiempos de la risa, la alegría y el atrevimiento.

Una vez resuelta esta incógnita, ya sólo queda resolver el misterio de quién dio la orden de callar a entrenadores y jugadores del Real Madrid. Cuando el misterio se aclare, el paso dado hacia la solución de la crisis económica será fundamental. Porque, damas y caballeros, señoras y señores diputados, el silencio blanco ha tenido mucho que ver en la actual situación. Los ministros de Economía de la zona euro harían bien en consultar a Mourinho y de las Alas Pumariño. Un día de éstos alguien tendría que preguntarle por el futuro inmediato del Sporting. A lo mejor se levanta de la mesa y deja a todos con la palabra en la boca.