La selección española ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Jugar en la Roja supone ahora estar entre un grupo de elegidos que aspiran a todo. Un equipo ganador que en tan sólo cuatro años ha dejado en el olvido la fatalidad que durante tanto tiempo ha venido acompañando al equipo nacional.

Pasados estos años, los aficionados han cambiado el ánimo cuando se habla de la selección. España ya no ve a su equipo de fútbol como una víctima segura en el antaño muro de cuartos, sino como el favorito, el que mejor juega al fútbol y el que tiene a los mejores jugadores. Un optimismo quizá excesivo, pero justificado por los resultados.

Hace cuatro años se juntaron alrededor de lo que todavía no se conocía como la Roja varios factores que los llevaron al éxito. El primero, e indispensable, fue el de disponer de una fantástica generación de futbolistas. El segundo vino del banquillo. Luis Aragonés se encontró con un grupo de jugadores con mucho talento pero que no destacaban por sus virtudes físicas. El Sabio de Hortaleza se atrevió a juntarlos, a poner sobre el terreno de juego a un equipo muy ofensivo y muy inteligente. Apostó decididamente por un centro del campo con Senna, Xavi, Iniesta y Silva, con la aportación de un Cazorla que jugó en todos los partidos, y el tiempo le acabó por dar la razón.

No fue fácil. Aragonés tuvo que cortar con el pasado y, por encima de cualquier otro futbolista, eso lo pagó Raúl. El entonces delantero del Madrid fue borrado de las convocatorias de la selección bastante antes de la Eurocopa y eso provocó un debate nacional. El seleccionador siguió en sus trece y apostó por una dupla de delanteros compuesta por el asturiano Villa y por Fernando Torres. Esta decisión también se demostró como acertada. El Guaje fue el máximo goleador de la Eurocopa con cuatro tantos y Torres hizo historia marcando el gol de la victoria en la final ante Alemania.

España se llevó en Austria su primera alegría desde el gol de Marcelino en la Eurocopa de 1964. Aquel gol ante la URSS en el Bernabeu dio a España un título que parecía que nunca se volvería a ganar. El gol de Torres acabó con la maldición y permitió a los aficionados españoles ver ganar a su país en color.

La de Austria no fue una victoria cualquiera. No supuso un punto final, sino el primer éxito de una generación que encandilaría por su forma de jugar. España dominaba los partidos gracias al buen trato del balón y a los continuos y endiabladamente rápidos pases que daba un centro del campo irrepetible, en el que los Xavi, Iniesta, Silva, Senna, Cazorla atrajeron la admiración de todo el mundo, boquiabierto ante lo que hacía, ahora sí, la Roja.

El encargado de llevar a España a la excelencia no fue Luis Aragones. Tras la Eurocopa la selección se encomendó a Vicente del Bosque. Un sabio por otro. Con él España llegó al cénit ganando el Mundial y con él toda una generación de futbolistas grabó su nombre en letras de oro en la historia del fútbol. Una de las virtudes de Vicente del Bosque fue hacer los menos cambios posibles. A la España de la Eurocopa se añadieron nombres como Busquets, el ovetense Mata, Piqué, Llorente o Javi García; pero la idea era la misma y los motores de la selección también: Xavi llevando el tempo del equipo, Villa marcando los goles e Iniesta resolviendo partidos como la final del Mundial de Sudáfrica ante Holanda.

Con esta trayectoria intachable y tras cuatro años de trabajo bien hecho España se planta ahora en la Eurocopa de Polonia y Ucrania con el cartel de favorito. Un estatus que el equipo acepta de buen grado, aunque sabe que será difícil repetir la gesta. Tanto que nadie en la historia ha logrado todavía ganar dos eurocopas seguidas, que es lo que España busca en ésta.

Uno de los grandes problemas con los que se va a encontrar la Roja en esta ocasión es la ausencia de su gran referencia ofensiva: David Villa. El de Tuilla se perderá la cita al no recuperarse a tiempo de la rotura de tibia que sufrió jugando con el Barça en el Mundialito de clubes. Sin El Guaje España pierde una garantía de gol. En una selección que, a diferencia de la de Luis Aragonés, juega con un único delantero, Del Bosque tendrá que decidir entre Torres, Llorente y Negredo quién es el mejor sustituto de Villa. No será fácil igualar las prestaciones del máximo goleador de la historia de la selección.

Menos problemas tendrá Del Bosque en el centro del campo, el punto fuerte de la selección. Aunque ya no está Senna, uno de los mejores de la anterior Eurocopa, sigue Xavi. Escoltando al del Barça estarán Xabi Alonso y Busquets, en una zona media que con Del Bosque está compuesta por cinco jugadores, por los cuatro que utilizaba Luis Aragonés. En las bandas estarán Iniesta y Silva. Presumiblemente saldrán desde el banquillo los dos asturianos de la selección: Mata y Cazorla, dispuestos a aportar soluciones cuando las cosas no marchen bien.

Si en la delantera España sufrirá por la ausencia de Villa, no lo hará menos en la defensa con la baja de Puyol. La selección echará en falta la garra y el coraje del barcelonista. Su lugar lo ocupará Sergio Ramos, quien pasará de lateral derecho a central, igual que ha hecho en el Madrid. La dupla Ramos-Piqué parece solvente, aunque a ambos defensas les faltará la compenetración que sí tenían Piqué y Puyol. En el lateral izquierdo se situará Jordi Alba, en lugar de Capdevila. Y Arbeloa cubrirá por la derecha el hueco que deja Ramos.

Con estos mimbres tratará España de ampliar su leyenda. Fieles al estilo propuesto por Luis Aragonés y consolidado por Del Bosque, la Roja busca no sólo acumular éxitos, sino hacer historia como la hicieron otras selecciones legendarias cuyo juego y virtudes trascendieron sus éxitos deportivos.

Una victoria en esta Eurocopa situaría a España, junto a Alemania, como las dos únicas selecciones con tres títulos. Una selección alemana que ya estuvo a punto de lograr lo que ahora trata de hacer España. Fue la Alemania Federal de los años setenta, con jugadores inolvidables como Beckenbauer, «Torpedo» Müller, el guardameta Maier, Hoenes o Netzer.

Aquella selección comenzó su carrera de éxitos ganando la Eurocopa de 1972 ante la URSS, la continuó imponiéndose en el Mundial de 1974 frente a una Holanda que, con Cruyff en su mejor momento, se había ganado el apelativo de la Naranja Mecánica. Alemania estuvo a punto de culminar su década prodigiosa con una nueva Eurocopa, pero, con un penalti que le hizo famoso, Panenka le dio la victoria en la final a Checoslovaquia.

Gracias a esta selección España ha pasado de caer siempre en cuartos, de considerarse víctima de árbitros y confabulaciones, a luchar por hacerse un hueco entre las selecciones que han marcado la historia del fútbol. La actual selección española, además de lograr títulos, busca un espacio en ese Olimpo del fútbol antes reservado para Brasil, Alemania, Italia, Francia, Holanda y Argentina.