En la jornada 34 de la Liga 2008-09, la primera de la era Guardiola, el Barcelona llegó al Santiago Bernabeu con cuatro puntos de ventaja sobre un Real Madrid lanzado, que había ganado 17 de los 18 partidos anteriores y recortado ocho puntos de diferencia. Pasara lo que pasara aquella tarde primaveral, el Barça saldría líder de Madrid con cuatro partidos pendientes, pero la sensación era que se jugaba la Liga. Tres años después, los dos grandes volverán a encontrarse hoy en un escenario idéntico, pero con los papeles cambiados. Si el Madrid gana en el Camp Nou puede ir ensayando el alirón. Con el empate estaría a tres triunfos del título. Con derrota del líder, la Liga se pone al rojo vivo.

El 2-6 que reflejaba el marcador del Bernabeu aquel 2 de mayo de 2009 sentenció algo más que una Liga. Fue el punto de arranque del dominio del Barcelona de Guardiola y Messi, además de acelerar los cambios en la estructura del Madrid. Volvió Florentino Pérez, el presidente al que se encomendó el madridismo para revivir la era de los galácticos. Tres temporadas y muchos millones de euros después, el Madrid está en condiciones de abanderar un cambio de ciclo. Está a un paso de ganar la Liga y a dos de su décima Copa de Europa.

Como el equipo dirigido por Juande Ramos en 2008-09, el de Guardiola se ha resistido a que la Liga se convierta en un paseo para el Madrid. Las once victorias consecutivas del Barça, unidas a tres empates del Madrid, han obligado al técnico a reconocer que el título es «menos imposible» que antes.

Aunque la remontada no le ha alcanzado para depender de sí mismo, Guardiola quería recibir al Madrid con alguna opción de conquistar su cuarto título consecutivo. A diferencia de las dos últimas visitas del Madrid al Camp Nou (Supercopa y Copa del Rey), esta vez al Barcelona no le sirve el empate. Así que a la vocación atacante de su equipo unirá la necesidad de sumar los tres puntos. Y en esos casos, como ha ocurrido con asiduidad últimamente, Guardiola suele apostar por su esquema más atrevido, con sólo tres defensas.

Atendiendo a ese mismo criterio, no sería extraño que Mourinho repescara el «trivote», que no utiliza desde el partido de Villarreal. Al Madrid le vale el empate y el técnico portugués siempre se ha mostrado partidario de un centro del campo defensivo frente al Barcelona. Si ha mantenido el 4-2-3-1 habitual en los partidos más recientes en el Camp Nou tiene que ver con los precedentes: el Madrid tenía que remontar el 0-2 de la Liga de Campeones, el 2-2 de la Supercopa y el 1-2 de la Copa del Rey.

Mourinho tiene un problema añadido para encontrar un trío adecuado que frene el fútbol del Barcelona: sólo cuenta con Xabi Alonso y Khedira. Tras los escarceos de pretemporada y alguno esporádico en competición oficial, se ha convencido de que Coentrao no puede jugar de mediocentro. Y Lass, el hombre con más condiciones para completar el trío, ha perdido su confianza desde que tuvo que sustituirlo en El Madrigal ante el riesgo de expulsión.

Al margen del esquema, el debate en el Barcelona se centra en la figura de Piqué. El central ha perdido peso esta temporada, como quedó demostrado con su suplencia en Stamford Bridge. Ayer Guardiola lo justificó con su reciente lesión, con el buen momento de forma de Puyol y Mascherano, y no confirmó su titularidad esta tarde. El otro nombre propio es el de Alexis, aún con molestias por el golpe que recibió de Terry el miércoles. Con la vuelta frente al Chelsea a sólo tres días, Pedro parece con más opciones que el chileno.

Como no podía ser de otra forma, el duelo entre los dos grandes del fútbol español también sirve para ventilar asuntos individuales, como la rivalidad Mourinho-Guardiola o Messi-Cristiano Ronaldo. En ambos casos, como en el colectivo, de momento los números son netamente favorables a los azulgranas. Desde su llegada al Madrid, Mourinho sólo pudo cantar una victoria frente al Barça, en la final de Copa. En las tres temporadas que han coincidido en la Liga española, Messi también gana a Ronaldo: nueve victorias, cinco empates y dos derrotas.