El ovetense Antón Durán Tovar, ganador de las dos primeras ediciones del Descenso del Sella, falleció a los 100 años el pasado jueves en su casa de Madrid y rodeado de sus familiares más cercanos.

Durán nació en Oviedo el 2 de noviembre de 1911. A los 15 años se fue a Madrid para realizar estudios de ingeniería, profesión a la que se dedicaría toda su vida. Tuvo cinco hijos -tres mujeres y dos varones- de los cuales el mayor, José Antonio, ya falleció. A su vez, Antón Durán pudo disfrutar de 23 nietos, uno de los cuales falleció en un accidente de tráfico, de 48 bisnietos y de 2 tataranietos.

Antón Durán destacó a lo largo de su vida por su impresionante trayectoria profesional, siendo muchos años presidente de la constructora Dragados y Construcciones, en la que entró en 1945 y de la que era Presidente de Honor. Pero en su juventud también fue un destacado deportista. Él, junto a su compañero ya fallecido César Sánchez, se proclamó en los años 1932 y 1933 campeón de las dos primeras ediciones del Descenso del Sella. «Para mí el Descenso del Sella es un recuerdo imborrable», aseguraba Durán en agosto del año pasado a LA NUEVA ESPAÑA.

Su hija María Luisa confirma que esa pasión de su padre por el Descenso no se apagó con el tiempo: «Lo primero en verano era seguir la prueba como fuera. En la última edición no lo encontró en la televisión y estuvo siguiéndolo por el ordenador. Por su Asturias sentía pasión». A pesar del dolor por la pérdida, su hija se mostraba agradecida por «haber podido disfrutar 100 años y casi 9 meses de él».

Por su parte, Juan Luis del Valle, presidente de la Sociedad Cultural y Deportiva de Ribadesella, también lamentó su pérdida y sacó a la luz rasgos de su personalidad y vitalidad: «Era un fenómeno, una persona muy humana. Siempre estuvo muy vinculado a Ribadesella. Hace un años fui a verlo a a Madrid y estaba estupendo. Me acuerdo que tenía en el baño unas pesas y unas espalderas para hacer ejercicio».

Sus éxitos en el Descenso del Sella no fueron los únicos que Antón Durán cosechó como deportista. En atletismo llegó a batir el récord nacional en lanzamiento de peso y fue campeón en multitud de pruebas. Pero, por encima de todo, lo que más huella le dejó fue la fiesta de las piraguas de Ribadesella. «Por entonces no se competía, lo importante era disfrutar de la belleza del río junto con compañeros estupendos como Dionisio y César. Era más una merienda entre amigos», rememoraba Antón Durán a este diario.

El ovetense no volvió a participar más en el Descenso del Sella después del parón que la prueba sufrió por causa de la Guerra Civil. Tras la contienda le destinaron como ingeniero a Cádiz. Más tarde también dejaría su impronta en el Puerto de Santa María, ciudad de la que es hijo adoptivo por su labor al frente de Dragados.

Hasta poco antes de fallecer Antón Durán se mantenía en activo. Aún se pasaba un par de veces por semana por la empresa que presidió, Dragados, de la que se jubiló a los 83 años, en 1994.

Hombre de profundas convicciones religiosas, Antón Durán será recordado mañana en un funeral en Madrid. También mañana, a las 20 horas, se celebrará una misa por su memoria en la iglesia de Santa María Magdalena de Ribadesella.