España resolvió como un auténtico campeón del mundo el relevante desafío al que se enfrentaba anoche. Y no sólo por el resultado, sino, sobre todo, por su manera de afrontar el partido. Con seguridad, con convicción, con confianza y con buen juego. Porque el enemigo que tenía enfrente no era de los menores. Es verdad que Francia no es la de principios de los ochenta, cuando ganó precisamente a España el Campeonato de Europa, ni la de finales del siglo pasado, cuando volvió a ganar el torneo continental y estrenó título mundial, pero tampoco es un cualquiera; de hecho, Víctor Valdés fue uno de los más destacados en un partido, por lo demás, de alto nivel en general. Equipo en el que esté Ribéry, equipo que es capaz de crear peligro. Lástima para los franceses que no tengan más futbolistas de esa categoría. España, sin embargo, está sobrada de talento, y no sólo en los pies. Llegará un día en el que España no gane, en el que puede que hasta no se clasifique para una gran cita, por increíble que parezca esta circunstancia en estos momentos, pero mientras sus futbolistas mantengan la motivación es claro que esas fechas se retrasarán y retrasarán, porque no es una cuestión sólo de dominio de balón, de habilidad técnica y de disposición táctica. Es evidente que España tiene a su disposición unos futbolistas con unas condiciones impresionantes, pero si todas esas cualidades no se ven acompañadas por una gran fuerza mental y una extraordinaria capacidad de sacrificio su rendimiento no sería tan elevado.

Los grandes campeones se quiebran generalmente por su falta de ganas para seguir afrontando los enormes sufrimientos que se necesitan para mantenerse en la élite. Lo decía Sergio Ramos en víspera de este partido de París. No se gana con el escudo. Hay que disputar cada partido como si fuese una final porque con ese espíritu es como te acercas más a la victoria. Por eso es tan prodigioso el recorrido de tantos y tantos futbolistas de este equipo, que a pesar de lo mucho que han ganado, con la selección y con sus clubes, son aún capaces de mantener la ilusión por mantenerse en lo alto.