Para el ovetense Emilio Durán 1982 fue un año determinante en su vida. Una estancia de un año haciendo el COU (lo que entonces era el último curso del instituto) en Estados Unidos terminó algunos años después por unirlo para siempre a un país que ahora también es el suyo.

Y es que Durán, aunque tiene «mucho orgullo de ser asturiano», es también ciudadano estadounidense. Allí tiene a su familia y allí realiza sus dos labores profesionales: la de profesor universitario y la de representante de jugadores de baloncesto, entre los que destacan Brad Oleson (Barcelona), Gustavo Ayón (NBA) y Esteban Batista (EFES Turquía). También lleva la carrera de dos de los jugadores del Oviedo Baloncesto: Will Hanley, MVP de la temporada en LEB Plata y jugador determinante para que los carbayones lograran el ascenso a Oro, y Ricardo Pámpano, un prometedor base sevillano que, cuando las lesiones lo han respetado, ha dejado muy buenas sensaciones.

Pero hay que volver al principio, a 1982. Ese año Emilio Durán dejó muchos amigos en EE UU y un recuerdo imborrable de un país que lo había atrapado. «Tuve la gran suerte de que me mandaran a vivir con una familia estupenda y a estudiar a un colegio que era el equivalente al Meres (del que él era alumno) aquí en Asturias. A mí me cegó la experiencia estadounidense», reconoce. De nuevo en Asturias, Durán comienza a estudiar Medicina y al final del segundo año da la campanada: «Le digo a mi familia que me vuelvo a Estados Unidos».

«No es que estuviera mal aquí, pero me tiraba mucho EE UU», insiste. Fue entonces cuando Durán comenzó a llevar a cabo su propio sueño americano. Trabajó de todo: de acomodador en un cine, de pintor de brocha gorda, cortando el césped a quien le pagara por ello... «Me busqué la vida y conseguí acabar la carrera de Biología en la Universidad de Toledo (Ohio). Y allí descubrí la investigación». Una vez terminada la carrera, logra hacer un máster y un doctorado en Biología Molecular becado por la Universidad. A partir de entonces comienza una carrera como investigador y docente hasta que en 2007 la Universidad de Bowling Green State, en Ohio, lo llama para su Facultad de Magisterio.

Su carrera da un giro total para pasar de ser un científico a investigar la mejor manera de divulgar la ciencia. Su labor desde ese momento es preparar a los profesores para enseñar ciencia. «El programa de preparación de profesores está entre los quince mejores de Estados Unidos. Mi labor de investigación se centra en el desarrollo de técnicas innovadoras para la enseñanza de asignaturas de ciencia. Hasta la fecha, mi grupo de estudio ha recibido más de trece millones de dólares de agencias para la financiación de nuestro programa de investigación», explica. Su buen hacer le ha valido los premios «Master Teacher Award», en 2006, por su trabajo docente en la Universidad de Toledo, y «Faculty Scholarship Award», en 2010, por su tarea investigadora en la Universidad de Bowling Green.

Esa labor docente e investigadora hubiera llenado la vida de muchos, pero no la de Emilio Durán, que en paralelo se convirtió en un reputado agente de jugadores de baloncesto. Nunca había jugado a baloncesto, sí había hecho sus pinitos como futbolista en el Universidad durante seis temporadas, en juveniles y ya como senior. Pero tuvo la oportunidad de colaborar con agentes españoles gracias a su gran nivel de inglés y desde 1995 comenzó en solitario su carrera como representante. Para poder competir en un mercado tan duro Durán ha tenido que ofrecer algo distinto. «La persona que cambió mi vida fue Keith Smart (actual entrenador de los Sacramento Kings de la NBA y héroe en la Universidad de Indiana, a la que dio la victoria en la final de la NCAA de 1997 al meter el último y definitivo tiro). Fui su representante y él fue quien me hizo ver cuál tenía que ser mi forma de trabajar y qué tipo de jugador y persona tenía que representar. Al principio llevaba a jugadores que no llevarías a comer a casa. Jugadores que te llamaban desde la cárcel, que tenían problemas de adicciones. Podría escribir un libro. Keith me enseñó a seleccionar. Representar a buenas personas se convirtió en mi lema a partir de entonces», explica.

El perfil de Durán, profesor universitario y no abogado como la mayoría de los agentes, le hace más fácil ganarse la confianza de algunas de las familias de los jugadores. «Creo que soy el primer español que ha firmado en solitario, sin intermediarios, a un jugador de la NBA». Y ahora trabaja sólo con jugadores a los que puede llevar a casa a comer.