Ganó el equipo que más lo necesitaba. Tan sencillo como eso. El Real Madrid Castilla jugó mejor y tuvo, sin duda, las ocasiones de gol más claras, pero fue la necesidad del Sporting de mantener como fuera su racha esperanzadora la que marcó el partido. Se pudo oler ya antes del encuentro. Estaba en el ambiente: en los atascos de tráfico en torno a El Molinón o en las larguísimas colas ante las taquillas cuando estaba a punto de comenzar el partido. El Sporting, que hace apenas un par de meses parecía haber perdido todos los trenes, ha hecho recuperar a su afición todos los sueños.

UN EQUIPO CON FE.-El Sporting actual, como equipo, cree en sí mismo y los resultados bendicen esa fe. No es teología futbolística. Es lógica competitiva. Es inevitable concederle a Sandoval el mérito de haber encontrado un gen que parecía inexistente o perdido: el competitivo. A base de prueba y error ha logrado armar un equipo capaz de luchar por la victoria, y los resultados le han dado su apoyo. Jugar para ganar no implica necesariamente jugar bien. Significa confiar en las propias posibilidades y luchar por hacerlas realidad. Significa, por ejemplo, pelear por un balón supuestamente perdido, como hizo Trejo, para conseguir un saque de esquina, porque de ese córner llegó un gol que resultaría decisivo. Significa no resignarse a encajar goles que parecían inevitables, como hizo Cuéllar en varias ocasiones. Y significa apretar los dientes para correr tras el rival aunque sea más fuerte y más rápido. Como se vio ayer en El Molinón.

UN BUEN FILIAL.-El Real Madrid Castilla, el equipo que entrena Alberto Toril, impresionó al salir al campo por su porte atlético. Pero en cuanto comenzó a rodar el balón impresionó mucho más por su fuerza y su calidad. Salvo en defensa, donde flojeó algo, sobre todo por el centro, fue un equipo muy consistente y, además, ambicioso, algo que no suele ser habitual en los filiales. En ese aspecto fue muy superior al filial barcelonista que, hace poco tiempo y en el mismo escenario, vimos desmoronarse en cuanto el marcador se le puso en contra. Fuerte en el centro del campo y con dos delanteros, Morata y Jesé, que serían titulares en casi todos los equipos de la actual Primera División española, el filial madridista no se resignó nunca a la derrota, ni en el campo ni desde el banquillo. Toril recompuso la defensa sin esperar al descanso cuando vio que Casado, víctima del contubernio que formaban Lora, Trejo y Santi Jara, era carne de expulsión. Y en el segundo tiempo pisó al acelerador del ataque con la presencia del semigijonés Denis Cheryshev, que parece tan rápido como su padre pero con mejor visión del juego, aparte de una zurda estupenda.

RESISTIR FUE VENCER.-Ante este buen equipo el Sporting cedió, pero no se rompió. Defensivamente el Sporting ha mejorado mucho, sin duda por la solidaridad de todo el conjunto, pero también por lo que aportan los refuerzos captados en el mercado de invierno. Cada partido se nota más la labor de Cristian Bustos en el apoyo y la recuperación. Él es el aglutinante de un equipo que, cuando no logra ser brillante, sabe, al menos, ser eficaz. Ayer el Sporting hizo de su capacidad de resistir su mejor cualidad. Trejo volvió a ser importante, e incluso decisivo, pero no fue su magia la que determinó el signo del encuentro sino la que aportó Cuéllar con intervenciones decisivas. El portero sportinguista, sensacional, aportó lo último que faltaba, nada menos que lo imposible, para que su equipo consiguiera el triunfo que tanto necesitaba.

M. F. D.

OCASIONES.-Si el resultado hubiera sido consecuente con las ocasiones de gol, el triunfo hubiera sonreído al Real Madrid Castilla. El Sporting apenas tuvo tres oportunidades, todas en el primer tiempo. Santi Jara y David, desmarcados por buenos pases de Trejo, encararon a Mejías, pero con poco ángulo, y ambos tiraron al cuerpo del portero. La tercera ocasión fue la del gol, que provocó Trejo al no dar por perdido un balón en la esquina izquierda y acosar al defensa hasta conseguir un córner. El saque lo hizo Sangoy, muy pasado. Bernardo ganó el balón al segundo palo, en un gran salto, y lo devolvió al centro del área, donde Canella se anticipó a los defensas blancos para conseguir un insólito, en él, gol de cabeza. En ese primer tiempo el Real Madrid Castilla había tenido tres ocasiones. Dos las había frustrado un Lora cada vez más en su línea, al robarle el balón a Morata en el último instante. La otra la malogró Jesé, un jugador que se parece mucho por su físico y su estilo a Cristiano Ronaldo: llevó el balón hasta cerca de la portería y encaró bien, pero el tiro, desde muy cerca, le salió desviado. En el segundo tiempo Jesé entró otra vez por la izquierda (minuto 9) y esta vez acertó con la puerta, pero Cuéllar le tapó el disparo por bajo. A los 24 minutos Jesé se escapó de nuevo, ahora por el centro, tras un estupendo pase de Cheryshev, y cuando Cuéllar salió a su encuentro, quiso superarlo por alto, pero el meta sportinguista hizo un gran desvío a córner. La mejor ocasión madridista llegaría en el minuto 84. El rebote en Casquero de un despeje de Nacho Cases se convirtió en un inesperado gran pase hacia Morata, que el rápido delantero madridista aprovechó para meterse el área rojiblanca con todas las ventajas. Pero Cuéllar rechazó el disparo. El balón quedó entonces a los pies de Jesé, a un metro de la portería. Si lo anterior había parecido un gol hecho, lo nuevo olía a gol inevitable. El único que debió creer lo contrario fue Cuéllar, quien, revolviéndose en el suelo, se las arregló para quitarle el balón limpiamente a Jesé. El Madrid tuvo las ocasiones. Cuéllar, la respuesta.