El pasado sábado los futboleros aprendimos dos cosas. La primera es que es imposible ganar un partido de fútbol sin bajarse del autobús, pero también es imposible ganar al Celta jugando sin cerebro, sin valor y sin corazón. El Barça se presentó en Balaídos con una alineación que parecía el reparto de «El mago de Oz», pero con Tello en lugar de Dorothy: una defensa espantapájaros con el cerebro en otra cosa, un centro del campo de apariencia fiera como un león, pero sin valor, y una delantera de hojalata sin corazón, pero capaz de marcar dos goles. La segunda cosa que aprendimos el pasado sábado es que no sólo nos mintieron cuando dijeron que en Irak había armas de destrucción masiva, cuando dijeron que la culpa de esta crisis es haber querido vivir por encima de nuestras posibilidades y cuando dijeron que la película «Prometheus» iba a aclarar algunas dudas en torno a «Alien», sino que también nos mintieron cuando nos dijeron que Los Otros no se rendían nunca. No es verdad. El equipo de Mourinho se ha rendido en la Liga. Pero no estamos aquí para hablar de las mentiras de Irak, de la crisis, de «Prometheus» y de Los Otros, sino del Barça.

Como el mago de Oz está en París, Bartra no se enteró de que sólo necesita un diploma para aprobar las oposiciones a central del Barça, Thiago no entendió que sólo lo separa una medalla del valor necesario para sustituir a Xavi y Alexis deambuló sin corazón ignorando que bastaría con un testimonio de su bondad en forma de reloj para ser el delantero centro que Messi necesita en algunos partidos. El camino de la Liga sigue siendo de baldosas amarillas, pero no es lo mismo jugar en París un partido de cuartos de final de la Liga de Campeones contra el mago de Oz después de haber ganado al Celta con cerebro, valor y corazón, que llegar a París en busca de un mago de Oz que nos haga ver que el cerebro, el valor y el corazón ya estaban con nosotros incluso cuando empatamos en Balaídos con más pena que gloria. Cuando el rudo Adam prueba por primera vez el estofado de Milly en «Siete novias para siete hermanos», Milly asegura que su estofado es tan bueno que no necesita aderezos. El estofado del Barça es buenísimo, pero, a diferencia del de Milly, sí necesita aderezos en forma de cerebro, valor y corazón. En el Barça hay sitio para espantapájaros, leones y hombres de hojalata, pero siempre que tengan un diploma en eruditología, una gran cruz del valor y un reloj con forma de corazón.

«Ahora sé que tengo corazón porque sufro», dice el hombre de hojalata de «El mago de Oz» cuando se despide de Dorothy. Pues eso.