Con nada de fútbol, el Sporting de los viajes, al que parece que le pesan las maletas, pudo llevarse los tres puntos de Soria en el primer tiempo. Los rojiblancos cedieron el balón y el espacio, pero tuvieron las dos ocasiones más claras cuando Isma López recibió el balón cerca del área local. En la primera, tras un saque de banda embarullado, el navarro trazó una diagonal y lanzó un zurdazo ajustado a la escuadra que puso a prueba los nervios del debutante Raúl. Poco después, Isma López flotó cerca de la frontal y filtró un pase cuyo destinatario parecía Scepovic. Por esas cosas del fútbol, la pelota acabó en los pies de Hugo Fraile, en una posición inmejorable. Al onubense le temblaron las piernas a la hora de definir y no pudo conectar un remate limpio. El balón llegó mansamente a las manos de Raúl.

Ésta fue toda la producción ofensiva de los rojiblancos (ayer, verde oliva) en el primer tiempo de Los Pajaritos. El Numancia, con su fútbol primitivo y directo, fue creciendo amparado por el conformismo local y fue encerrando al Sporting a base de meter balones al área. El veterano Julio Álvarez, con su fútbol de bajas revoluciones y mucha calidad, sobró para manejar a los rojiblancos. Las ocasiones locales llegaron por aplastamiento y tampoco fueron demasiado claras.

El escenario cambió cuando Regalón entró al bulto a Isma López y se ganó la segunda amarilla. La realidad no giró demasiado. La inercia llevó al Numancia a dar un paso atrás, esperando una acometida del Sporting que no se produjo. Todo lo contrario: al percibir el conformismo rojiblanco, los sorianos fueron atreviéndose a buscar la heroica. Lo hicieron hasta el último suspiro. El partido acabó cuando el balón salió mansamente junto al póster de Cuéllar. El bagaje del Sporting en los veinticinco minutos en que se enfrentó a un rival en inferioridad fue de un buen centro raso de Lora que no encontró rematador y dos remates forzados de Lekic. Una producción pobre para un equipo que quiere aspirar a empresas grandes pero deja pasar ocasiones como ésta.

Esta semana se dirá que el punto se hace bueno ganando en casa al Jaén, pero lo cierto es que el Sporting debió mostrarse más incisivo en Los Pajaritos. La receta soriana para desarbolar al Sporting fue bien sencilla: le bastó con amarrarse bien los machos y meter siempre un punto más de intensidad.

Ni siquiera Scepovic dispuso de opciones a las que pudiera aferrarse el equipo. El serbio estuvo desasistido durante todo el encuentro y su aportación al juego se redujo, por exigencias del guión, a un intento baldío por controlar los pelotazos que llegaban a su área de influencia desde todas latitudes.

Habrá quien no quiera verlo y quien se moleste por las críticas, pero la deriva que está tomando el equipo no anuncia buen puerto. El Sporting no da sensación de solidez, de equipo bien armado. Al contrario, va sacando los resultados con un sufrimiento excesivo ante rivales de la zona media-baja.

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