Ganaba Rafa Nadal 4-2 y 15-40 sobre el saque de Tomas Berdich cuando el checo realizaba un mal gesto al intentar alcanzar una bola del balear sobre la línea que a la postre le obligó a retirarse. Sólo volvió a la pista para despedirse del español, elogiar su temporada y abrirle la puerta de la final del torneo de China y del número 1 del mundo. En la final (10 horas, C+ Deportes) se verá las caras una vez más con Novak Djokovic, que ganó 6-4 y 6-2 al francés Gasquet pero que suceda lo que suceda hoy tendrá que ceder el cetro a quien se lo arrebató en julio de 2011.

Dicho así parece sin más una nueva marca en el palmarés de Rafa Nadal, pero en este recuperar el trono del tenis mundial hay una historia de superación, trabajo y esfuerzo que va más allá del simple dato estadístico/deportivo. Nadal ha sumado en sólo ocho meses más puntos que Djokovic en todo un año, y lo ha conseguido después de superar una grave lesión en su rodilla izquierda (hoffitis) que lo tuvo nada menos que siete meses alejado de la competición.

Nunca en la historia del tenis se había producido un hecho semejante; nunca nadie había conseguido recuperar el trono mundial por tercera vez en su carrera. Pero éstas son las cosas que hacen diferente a Rafa Nadal del resto de jugadores del circuito profesional. Puede que no sea el mejor ni sacando ni restando; que su revés no sea tan elegante como el de Federer o Gasquet ni tan definitivo como el de Djokovic, o que su derecha sea tan particular como imposible de imitar, ya que sólo la puede ejecutar un diestro que juega con la zurda. Pero la suma de brazos, piernas y cabeza lo hacen único. Y su afán de superación lo convierte en irrepetible.

En la pista central de Pekín ganó Nadal el oro olímpico en 2008, una victoria que lo catapultaba por vez primera al número 1 de la ATP. Lo cedió al suizo Federer en julio de 2009, al faltar a Wimbledon por lesión, y lo recuperó en junio del 2010 tras ganar Roland Garros, para perderlo de nuevo el 3 de julio de 2011 a manos de un Djokovic que lo superaba en Wimbledon.

Ahora, cinco años y dos meses después, Pekín vuelve a ejercer de pista talismán para el español. Pero el Nadal de hoy y el Nadal de entonces son muy distintos, porque la lesión le ha obligado a cambiar. Rafa ya no es el jugador que basaba su acierto en la defensa de los puntos, sino que se ha visto obligado a atacar y acortar los puntos para acortar también su estancia en pista.

Jugador camaleónico como ninguno, Rafa ha sabido adaptar su juego a sus necesidades físicas como supo primero adaptarlo para superar la finura de Roger Federer y posteriormente acabar con la insolente furia de Novak Djokovic.

Este año regresó de puntillas al circuito en un torneo menor como el de Viña del Mar, donde alcanzó una final y 150 puntos que hoy en día ni siquiera puede contabilizar. En su primer partido tras siete meses lesionado, ante el argentino Delbonis, perdió nueve de sus diez primeros puntos. Pero se recuperó hasta que caía en la final con otro argentino, Zeballos. Luego llegarían los triunfos en São Paulo y Acapulco, y el de Indian Wells, que marcaría de verdad el rumbo que iba a seguir esta temporada: catorce torneos, trece finales y diez títulos de momento, a la espera de lo que suceda hoy. Un total de 68 partidos y 65 victorias, con una racha de 26 triunfos seguidos sobre pista rápida para el jugador que mantiene el récord histórico de victorias consecutivas en tierra batida (81, entre 2005 y 2007).

Nole se quedará en 101 semanas al frente de la ATP, Rafa iniciará mañana la semana número 103 de su reinado. Y con el futuro despejado para seguir sumando. Pero antes, esta mañana, se verán en el que será su 38.º enfrentamiento (22-15 para el español) y el quinto del presente año, las cinco en el partido definitivo por el título. Cortó Djokovic la impresionante racha de Nadal en Monte Carlo, pero el manacorí se tomaba cumplida revancha en Roland Garros, Montreal y el Abierto de Estados Unidos. Y Nadal vuelve a ser el número 1.