Rápido de Bouzas, Guijuelo, Mazarrón, Barbastro, La Roda, Llosetense, Mutilvera... demasiadas decepciones, demasiados fracasos para un club que se merecía mejor suerte. Un histórico como el Unión Popular de Langreo que llevaba ansiando durante una década su regreso a Segunda B. El lugar que por historia y afición le corresponde. Y por fin le llegó su momento. Once años después de la decepción de perder en la promoción por la permanencia ante el Calahorra, el tanto de penalti de Pablo Acebal al Mérida desató la locura. Ganzábal, con un lleno histórico (4.000 espectadores), el primero desde la inauguración del nuevo campo en 2006, vibró con una fiesta única. La de un más que merecido retorno.

Al partido no le faltó de nada. Hubo mucha tensión, tanto en el césped como en la grada, emoción, nervios en los dos equipos, y también fases de aburrimiento en el terreno de juego. Langreo y Mérida salieron cada uno a hacer su papel. Y el conjunto de Pablo Lago fue el que se llevó el gato al agua y el premio del ascenso. De nada sirvió que el Mérida fuese favorito, tuviese mayor presupuesto y mayores recursos. El Langreo jugó sus bazas, estuvo guiado por un incombustible Mendi, que ofreció toda una exhibición de trabajo, entrega, recuperación y distribución, volvió a tener, salvo un par de ocasiones puntuales, una gran solidez defensiva, y también tuvo la suerte de cara.

Del Mérida se esperaba algo más. El conjunto emeritense tenía claro su papel. Debería estar bien junto atrás y salir a la contra. Le dio igual que el Langreo tuviera el balón. Lo importante era no recibir ocasiones. El conjunto de Pablo Lago tuvo tres acercamientos, pero sin mucho peligro, en la primera mitad. Un falta de Chus desviada desde la frontal, un remate alto de Nuño y una buena jugada de Nacho Méndez que no logró finalizar.

La sensación era buena. El Langreo, con paciencia, y sin cometer errores, jugaba con el factor campo. Pero un pequeño despiste al filo del descanso les pudo costar caro. Pero aparecieron Guillermo y el poste. El meta azulgrana, que ya fue el héroe en el último suspiro del partido ante el Haro de hace dos semanas, detuvo primero un remate de Boro a un centro lateral, y después el rechace de Santi Amaro se estrelló en la madera.

En la segunda mitad el Mérida se animó algo más. El Langreo tuvo momentos de duda. Notó como si la gasolina se le fuese agotando. Pero fue un espejismo. Al remate de Cristo para el cuadro extremeño le respondió una buena combinación entre Calvillo, Chus y Manu Blanco, que no llegó a buen puerto. Y a falta de un cuarto de hora para la conclusión un balón largo de Nuño encontró a Pablo Acebal. El extremo se fue con un autopase de su rival y su centro al área lo atajó, de forma clara con la mano, Mansilla. Un penalti claro que el propio Acebal transformaría y que desató la locura. Hubo aficionados que saltaron al campo, incidentes en la grada, y el partido se paró unos minutos.

La tensión le venía bien al Langreo, que le interesaba que se jugase lo menos posible hasta el final. Y así sucedió. De la Cruz propinó un puñetazo a Nacho Calvillo y el Mérida jugó la recta final con diez.

Mientras los extremeños buscaban sus últimas aproximaciones a balón parado, el Langreo pudo matar a la contra. Primero Luis se apresuró en dar el pase a David Álvarez, y después éste último no acertó a definir en el uno contra uno ante Manu.

El Langreo hizo bueno, con el tanto de Pablo Acebal, el empate sin goles de la ida. Se convierte en el primer asturiano, desde el nuevo sistema de fase de ascenso con tres eliminatorias, que logra subir a Segunda B sin haber sido campeón. Y demuestra que es un equipo competitivo que llegó en el mejor momento de forma al tramo decisivo de la temporada. El Unión Popular de Langreo está de vuelta. Un histórico.