La fiesta no pudo ser completa. El gol de Pablo Acebal y el lleno de Ganzábal, sobrepasando las 4.000 gargantas, pasan a formar ya parte de la historia del Langreo. Pero un borrón también estará presente. Los incidentes vividos durante toda la tarde entre ambas aficiones. Tanto antes como durante y después. El balance final fue de once personas heridas leves, tres de ellos policías. De los ocho seguidores, cinco langreanos y tres extremeños, que necesitaron atención médica en el Centro de Salud de La Felguera, cinco de ellos requirieron puntos de sutura, mientras que otro fue derivado al Hospital Valle del Nalón. Además fue identificado en la reyerta previa al partido un aficionado extremeño.

El partido ya venía algo caliente de la ida. Algunos seguidores radicales del Mérida tiraron piedras al autocar del Langreo y reventaron las lunas. Además hubo algún que otro cruce de declaraciones durante la semana. El conjunto emeritense se desplazó con medio millar de seguidores a La Felguera. A eso de las 16:45 horas, a una hora y cuarto para el inicio, los nueve autocares extremeños se detuvieron junto al Pabellón Juan Carlos Beiro, para que entrasen por allí los seguidores. Pero un grupo de ultras, en torno a una veintena, se escaparon y fueron a lanzar objetos y bengalas a los dos centenares de aficionados que esperaban junto a la puerta principal al inicio del partido. Minutos después, la Unidad de Intervención Policial (UIP), con su dispositivo, fue la encargada de disolver la pelea.

Durante el partido el ambiente se relajó en parte cuando el balón echó a rodar. El medio millar de seguidores del Mérida se mostraron muy ruidosos. Pero fueron neutralizados por un animoso público local que se volcó con los suyos y les llevó en volandas hacia el triunfo. Gritos de "Unión, Unión", protestas a las decisiones arbitrales, ánimos en cada ataque, y una afición que creía y confiaba en el ascenso. Porque tenía ganas de fiesta. Era el primer año que el equipo lograba pasar la primera eliminatoria de la promoción. Y querían volver a disfrutar, como sucedió en el año 2002, cuando vencieron a Las Rozas 1-0 en la última jornada de la liguilla.

El gol de Pablo Acebal retumbó en todo el valle. Y también desencadenó de nuevo los incidentes. Hubo invasión de algunos aficionados al campo, con alguno que incluso recorrió el campo a lo ancho para enzarzarse con los seguidores del Mérida. La tensión fue en aumento. El partido se paró y se reanudó ya con la gente siguiendo de pie el tramo final, con tensión, nervios, lamentos por el gol fallado por David Álvarez y la invasión final al césped para celebrar el ascenso.

Pero ahí no acabó la cosa. Las dos aficiones volvieron a la pelea. El dispositivo policial fue escaso y se vio sobrepasado por momentos para parar la lucha. Volaron más bengalas, asientos, botellas, incluso plátanos, y piedras enviadas desde fuera del campo. Momentos de tensión que, pese a todo, pudieron ser muchos peores. No hubo que lamentar heridos graves, pero sí la falta de civismo de un grupo de aficionados que no entendió el concepto lúdico y festivo del fútbol. Un borrón que no debe empañar la gran temporada de un Langreo y una afición que expresaron ayer toda la alegría que no pudieron manifestar en los últimos once años.