"Soy una persona que hace autocrítica, pero en mis declaraciones no creo que haya sido ofensivo con nadie. Otra cosa es que haya gente que lo haya querido enfocar así. Igual cuando uno viene de fuera, y quita protagonismo a los de casa, no sienta bien". López Garai se mantiene al margen de originar cualquier polémica dentro del vestuario que haya desembocado en la rescisión del año que le restaba en Gijón. Reparte las culpas y apunta, especialmente, a buena parte de sus excompañeros. "Noté que había un distancimiento grande con un sector importante del vestuario que asumió un rol un poco más autoritario de lo que deberían. Fui el que pagué los platos rotos de ese final que no se cumplió, el ascenso. Aquello era una muerte anunciada porque se veía que la cosa no iba bien. A veces la gente prefiere callar las cosas y ése es el final que tienen", explica.

"Lo que me hace gracia y me choca es que todos esos futbolistas que este año siguen aquí, estaban el año pasado y el equipo llevaba cinco puntos a estas alturas, y en Liga, no pasó del décimo puesto". Esta frase de López Garai, al inicio de la pasada temporada, con la que contestaba a la reivindicación de un sector del sportinguismo para que futbolistas como Nacho Cases y Sergio tuvieran más minutos, desató la caja de los truenos. Fue un primer desencuentro del que el vasco culpó ayer a sus compañeros en la Cadena Ser. A esta polémica, hay que añadir otras declaraciones como "Nacho Cases es un buen compañero de mesa y de comida. No está jugando y no tengo un gran conocimiento futbolístico de él" o "Sergio, como persona ha sabido afrontar su situación, pero son futbolistas a los que no he seguido", se añaden a su nómina. Tampoco se libra Sandoval. "No supo llevar al grupo. Se lo transmití a él. Fue la persona que más me falló. De la noche a la mañana dejó de contar conmigo, sin mediar explicación. Se posicionó un poco contra mí en ese momento. Si no fue el mayor culpable, se lleva un gran porcentaje de los choques que luego tuve con el vestuario", concluye.