El Oviedo se ha ganado el derecho de jugar cuando quiere. Vaya eso por delante. Alcanzada casi la mitad del campeonato parece claro que los azules son el mejor equipo del grupo I. Ser superior da ciertas ventajas, como la de manejar los partidos a su antojo. Ocurrió ayer. El Oviedo salió arrollador, dormitó y reaccionó a tiempo para llevarse otros tres puntos al bolsillo (2-3), los últimos en juego de 2014, y confirmar que, alcanzado el liderato, lo ha agarrado con fuerza y no está dispuesto a soltarlo hasta mayo. Ya son cinco puntos de ventaja al segundo. Un mundo a estas alturas.

Salió el Oviedo al campo y los primeros síntomas hacían presagiar un dominio absoluto. Los azules, dueños del balón, trataban de avanzar contra once hombres encerrados en su campo. El peligro en este tipo de encuentros es caer en el amodorramiento, haciéndolo todo más previsible. Los de Egea pusieron un par de balones al área para luchar contra el tedio.

El regalo añadido fue un córner. Ahí se supo que la pereza sería en todo caso propiedad del Somozas. El Oviedo sacó en corto y Susaeta condujo sin oposición hasta el área en una de esas jugadas que hacen aflorar el mal genio de cualquier entrenador de alevines, por aquello de nunca apartar la vista del balón. El centró cayó a la frontal, zona de nadie o de los futbolistas con más olfato. Omgba, por ejemplo. El africano tiene tanta fe en los balones perdidos que incluso podría llevarle algún rebote a Dennis Rodman. Chutó con la efusividad que suele marcar sus actos. Un rebote después, el balón acabó en la red.

El tanto, poco estético, tenía su importancia histórica: es el 5.000 del Oviedo en todas las competiciones en su historia. Susaeta pidió turno a los doce minutos. Recibió, encaró y se fue de su par con la misma facilidad que chutó al centro. El 0-2 sirvió para recordar que las individualidades aparecen de la nada. La primera faltade los azules llegó a los 19 minutos. Síntoma de la poca intensidad que demandaba el partido.

En una de éstas, al Somozas le dio por asomarse al área de Esteban. Vila pareció sorprendido con la actitud y el balón tocó en su brazo. Luis Ángel batió a Esteban para recordar que el fútbol tiene cosas difícilmente explicables.

No se alteró demasiado el guión del partido por el gol local. El balon siguió siendo de propiedad asturiana aunque el Somozas decidió apretar algo más. Menos parecía imposible, por otra parte. El Oviedo solo inquietó instantes antes del descanso con un testarazo de Linares que se fue al poste.

El Somozas igualó pero Susaeta desniveló de penalti

El segundo acto fue muy diferente. El Somozas demostró desde el inicio que había llegado. Tarde, pero con tiempo para enmendar lo hecho hasta entonces. El Oviedo no apareció tras el descanso. Como si las rotaciones de Egea hubieran llegado entonces. La sorpresa se consumó a los 49 minutos. Antas disparó desde la frontal, a Esteban le faltó algo de contundencia en el despeje y Luis Ángel, siempre atento a migajas, no desaprovechó la ocasión. El empate a dos dejó perplejo al oviedismo que se imaginaba una tarde plácida de las de sofá y peli de sobremesa: Ganar con las zapatillas de andar por casa.

No se percibió un ataque furioso del Oviedo, nada que indicara que el orgullo estaba herido tras le remontada. O al menos no de forma instantánea. El Oviedo volvió a tener el balón como mecanismo de defensa aunque se echó en falta más colmillo. El paso de los minutos hizo recuperarse a los de Egea. Linares tuvo un parde opciones, la segunda en un cabezazo sutil. En una de las llegadas del Oviedo, Sergio García centró y el balón dio en una mano local. El asistente evitó al árbitro un error sonrojante señalando penalti. Susaeta lanzó con tranquilidad y pulcritud para hacer el 2-3.

Esteban repelió con los puños el penúltimo intento local, en un chut centrado de Stefan. La última fue una caída en el área que el árbitro no vio punible. El final confirmó al Oviedo como equipo más fuerte de la clasificación y campeón de invierno: a falta de una jornada para que termine la primera vuelta, la ventaja de los azules les asegura el liderato.

Los 40 puntos sumados sirven para que el oviedismo pase las mejores Navidades de la última década: su equipo es líder, con cinco puntos de ventaja, la esfera social sigue creciendo y la economía parece no ser un problema. 2015 solo tiene que seguir el hilo del final de 2014 para que la temporada termine en fiesta.