La selección española de piragüismo echó el cierre a la última jornada del Campeonato de Europa, en Racice (República Checa), con la conquista de dos medallas, ambas de bronce, entre las que debe destacarse la del K-4 1.000 metros con el asturiano Javier Hernanz Agüeria guiando el barco como "marca" de la tripulación. Una presea que sirve para alejar viejos fantasmas -la rotura del timón en el pasado Mundial de Moscú, cuando tenían muchas opciones de subirse al podio- y reforzar la moral cara a la Copa del Mundo de Montemor (Portugal) y al Campeonato del Mundo de Milán, clasificatorio éste para los Juegos Olímpicos de Brasil-2016. Hernanz, junto a los gallegos Rodrigo Germade y Óscar Carrera y el vasco Íñigo Peña, demostraron el Racice que el "proyecto K-4 1.000 metros" va en muy buen camino, pese a que aún restan por pulir algunas cosas. En la finalísima de la cita continental, el cuarteto del equipo nacional español estuvo desde los primeros instantes inmerso de lleno en la pelea por las medallas: en los primeros 750 metros de regata, marchaban segundos -con Francia en primera posición-, siendo superados en los últimos 250 metros por la tripulación portuguesa, actual subcampeona del Mundo, que acabaría relegando a los españoles, finalmente, al tercer puesto.
Únicamente 1.292 milésimas separaron a los hispanos de la medalla de oro, la cual se la anotó la gran favorita, que lideró toda la prueba -excepción del primer 250, por el que pasaron cuartos- la selección anfitriona de la República Checa, vigentes campeones del Mundo, quienes de esa manera revalidaron el título de campeones de Europa logrado el año pasado en aguas germanas de Brandemburgo. Mientras que, los portugueses cruzaron la boya de meta a tan sólo 872 milésimas de segundo de los flamantes campeones checos.
Por su parte, el canoísta olímpico balear Alfonso Benavides se alzó con la presa de bronce en C-1 200 metros.
