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"Lucho" marca los tiempos

Luis Enrique esperará a final de temporada para confirmar que cumplirá el año de contrato que le queda con el Barça

Luis Enrique y Messi, en un entrenamiento. TONI ALBIR / EFE

A día de hoy, Luis Enrique tiene decidido cumplir el año de contrato que tiene firmado con el Barcelona. Su negativa a confirmarlo cada vez que le preguntan en una rueda de prensa -único vínculo del técnico asturiano con el exterior- hay que entenderlo como un rasgo de su personalidad: él se considera dueño de su futuro, al margen de los papeles, y sólo se siente comprometido con su grupo de trabajo. Ya ocurrió en su etapa en la Roma, que dio por finalizada antes de tiempo por voluntad propia y renunciando a un jugoso contrato.

En esta temporada, "Lucho" ha sufrido contratiempos que hubiesen tumbado a cualquier entrenador. Aunque se ha puesto el foco en el conflicto con Messi, el golpe más duro para Luis Enrique fue la destitución de Zubizarreta, el artífice de su llegada al banquillo del Barça. Además, mientras que el primer caso ha tenido solución, con los dos protagonistas poniendo algo de su parte, la marcha del director deportivo ha afectado al asturiano profesional y personalmente. "La salida de Andoni es una noticia triste y me debilita", dijo entonces Luis Enrique.

Una vez comprobado lo que ya se sabía, el peso de Messi en la institución, Luis Enrique ha encontrato vías para una convivencia que condujera al éxito al que ahora se asoma el Barcelona. La mediación de Xavi, que mantiene su autoridad moral en la plantilla pese a la rebaja de su peso deportivo, fue decisiva para suavizar el ego de Messi. Y la mano izquierda de Juan Carlos Unzué, el hombre de confianza de Luis Enrique con un trato más fluido con la plantilla, acabó de suturar las heridas abiertas por la batalla de Anoeta.

Entre aquel 4 de enero y hoy se han desencadenado una serie de acontecimientos que ayudan a explicar la situación del Barça, que está a las puertas del segundo triplete de su historia. El pacto entre el entrenador y la figura del equipo se reflejó en un cambio táctico que sirvió para encajar todas las piezas del fútbol de ataque barcelonista: Messi regresó a la banda, como punto de partida para moverse por la mediapunta y ejercer de asistente, además de llegar al área por sorpresa. Ese movimiento permitió a Luis Suárez jugar en su puesto natural, como delantero centro. El resultado, con los números de ambos en la mano, es abrumador tanto en el aspecto individual como en el colectivo.

La buena marcha deportiva ha reforzado la unión del grupo en el vestuario, a lo que ha contribuido Messi como el que más. Aunque ha vuelto a demostrar que su aportación es imprescindible para que el Barça opte a los títulos, en los últimos meses se ha mostrado más solidario que nunca. Su gesto de ceder el lanzamiento de un penalti a Neymar es la exposición pública de su compromiso. Leo es consciente de que su dimensión como futbolista dependerá de los títulos colectivos. Tras pasar un año en blanco con un entrenador dócil y entregado a su figura, Tata Martino, Messi ha entendido la importancia del trabajo y el rigor de Luis Enrique.

Para el asturiano también ha sido importante el respaldo público del pesos pesados del vestuario, como Piqué y especialmente Mascherano, que le consideran clave en el subidón azulgrana. Por eso, hoy por hoy el futuro de Luis Enrique está en el Barça. Los rumores que apuntan a Ancelotti como uno de sus posibles sustitutos hay que entenderlos como producto de la amistad del técnico italiano con Ariedo Braida, integrante de la comisión técnica del Barcelona.

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