La celebración puede ser doble este domingo. Abelardo dirigirá su quincuagésimo partido oficial al frente del primer equipo del Sporting y nada le gustaría más que celebrarlo certificando el ascenso directo de los rojiblancos a la máxima categoría del fútbol español. Está complicado, pero todo es posible. Si no lo celebra con 50 partidos al frente del Sporting, intentará hacerlo con 54. Con ascenso, o incluso sin él, nada es lo mismo en el Sporting desde el gran salto de Abelardo. No se puede hacer más con menos. Incluso ha conseguido que el Abelardismo sea la nueva fe verdadera entre los seguidores rojiblancos. Pocas veces se encontrará un ejemplo más claro, de lo que es un equipo de autor.

Abelardo lleva hasta el momento 49 encuentros al frente del Sporting, de los que 45 han sido de Liga (cinco en la temporada anterior y los 41 de ésta), dos de promoción de ascenso ante Las Palmas y uno de Copa del Rey ante el Valladolid. El balance es de 23 victorias, 21 empates y 5 derrotas, con 63 goles marcados y 35 recibidos. Todo ello adobado con algunos registros impresionantes, como el récord de partidos invicto en Segunda División o el impresionante registro de sólo dos partidos perdidos de los 41 disputados en el presente campeonato. Abelardo tiene muchos méritos, pero quizá uno de los más importantes sea el de haber vuelto a ilusionar al sportinguismo, que se había distanciado del equipo y del club.

Parece que fue ayer, pero ha pasado más de un año desde que el consejo de administración del Sporting tomó una decisión trascendente, obligados por la tozudez de los resultados y la presión social. No fue una transición sencilla. Estaba claro que la etapa de José Ramón Sandoval se había alargado ya más de lo razonable, con el consiguiente desgaste en el vestuario, el club y el entorno. Una parte del consejo de administración y el director deportivo apostaban decididamente por la opción de Abelardo. La otra parte, quizá por temor al desgaste que supondría para el prometedor técnico quedar fuera de la lucha por el ascenso, se inclinaba por un técnico de transición y por dar el banquillo al Pitu al inicio de este curso. Los primeros acabaron convenciendo a Javier Fernández, dueño del voto de calidad, y la apuesta por Abelardo fue el mayor acierto del Sporting en su historia reciente.

Abelardo completó los cinco partidos que quedaban de temporada regular con un expediente inmaculado y metió al equipo en la fase de ascenso. Donde se le acabó la buena suerte. Lesiones de última hora y una jugada desgraciada marcaron el encuentro de ida en Las Palmas. La vuelta fue un rosario de ocasiones desperdiciadas. En esta eliminatoria ante Las Palmas, Abelardo perdió dos de los cinco partidos que ha cedido en su trayectoria rojiblanca.

El verano fue duro. Al terminar la temporada anterior, a Abelardo le estalló en la cara la realidad económica. El técnico ya sabía que perdería a Scepovic, pero esperaba algunos refuerzos de calidad que apuntalaran su decidida apuesta por la cantera. La discreta segunda vuelta del serbio bajó su cotización y al Sporting le costó un triunfo endosarlo. Por el camino, la Liga endureció su control económico a los clubes, al tiempo que la deuda corriente del Sporting con Hacienda seguía engordando. El club acabó sancionado sin poder hacer un sólo fichaje y Abelardo se tuvo que arreglar con lo puesto. Una plantilla corta, inexperta y joven; sin recambios en muchas posiciones. Un equipo al que sólo se le podía pedir que salvase la categoría.

Abelardo comprometió desde el principio su palabra de que este Sporting sería un equipo competitivo. El Pitu fue un gran central y supo dar valor a la seguridad defensiva, la gran seña de identidad de este Sporting. Abelardo supo ver un gran central en Luis Hernández, o un inmenso lateral en Isma López. Armó el equipo en torno a una columna vertebral de máxima seguridad con Cuéllar, los cuatro defensas y los dos pivotes. Y esparció guajes por el resto del campo.

El resultado fue espléndido. El Sporting aspira a terminar la temporada con 82 puntos, habiendo concedido únicamente dos derrotas. Abelardo y sus guajes fueron triturando objetivos. Se quedaron a un partido de completar una vuelta invictos, aseguraron la permanencia, luego la promoción, por último el tercer puesto y ahora agotan sus opciones de ser segundos. La empresa no será sencilla, pero hay una cosa segura. El Sporting es el equipo que llega más en forma a la promoción de ascenso y a ningún equipo le gustaría enfrentarse con los guajes.

Quique Setién, buen amigo de Abelardo, tiene en su amigo el mejor regalo para el Pitu. Una victoria ante el Girona allanaría el camino a Primera del Sporting.