Casi cuesta imaginar su ausencia en el vestuario. Iván Hernández Soto (Madrid, 27-2-80) deja el Sporting tras ocho años de emociones fuertes. El capitán se ha integrado totalmente en Gijón, donde fijará su residencia familiar. Ayer de despidió de El Molinón junto a LA NUEVA ESPAÑA, recorrió las galerías del estadio vacío, se asomo a la grada y ojeó el Museo, donde también tiene sus recuerdos.

-¿Da pena?

-Sí que me da pena, porque al final son ocho años, haciendo lo que me gusta... Se va a echar de menos subir a Mareo cada día.

-¿Se acaba el Sporting o se acaba el fútbol?

-En principio, se acaba el Sporting. Me veo para poder jugar, también depende de lo que surja. Mi mujer y mis hijas están aquí y no me gustaría separarme de ellas. Contemplo el tema del extranjero, aunque si me marcho sería porque me compense económicamente.

-¿Se queda en Gijón?

-Me he comprado una casa en Gijón, mi mujer trabaja aquí, mis hijas son gijonesas y tenemos la intención de quedarnos a vivir. Nos hemos acoplado muy bien a esta ciudad, que nos ha acogido con los brazos abiertos.

-¿Cómo es fuera del fútbol?

-Parezco más tranquilo de lo que en realidad soy, me gusta mucho la música. El pop/rock español de los ochenta, la movida madrileña? Me gusta llevar a mi hija al colegio antes de entrenar. He conseguido hacer amigos, dentro y fuera del fútbol.

-¿Quién le habla por primera vez del Sporting?

-Diego Castro. Ascendí con el Valladolid y tenía otro año más de contrato, pero Mendilíbar me dijo que iba a ser difícil que jugara. Diego me dice que el Sporting buscaba un medio centro o central. Luego me llamó Emilio de Dios. Mi fichaje por el Sporting se resolvió en cinco días.

-Y se monta la piña de aquel vestuario en torno a Preciado.

-Sí, había muy buen grupo. Se asemeja a lo que sucede ahora. Una cosa muy importante también fue que las mujeres se llevaban muy bien entre ellas. Aquel no era un vestuario tan joven, todo el mundo tenía pareja y ellas congeniaron muy bien.

-Usted ha hecho carrera de central, pero siempre quiso ser centrocampista?

-Yo siempre jugué de medio centro. El primer año aquí jugué de central, pero a veces Manolo me adelantaba. En el centro del campo tienes más contacto con el balón y otra manera de ver el fútbol que me gustaba más.

-Su hoja de servicios incluye tres ascensos?

-Sí. Esta semana eché la vista atrás y me acordé de cuando jugaba en el barrio y veía el fútbol por Telemadrid. Quién me iba a decir que jugaría en Primera, en Segunda y viviría tres ascensos.

-¿Qué le parecen las reacciones desde Girona?

-Entiendo que con el calentón se puedan decir cosas que quizá también hubiéramos dicho nosotros. También es cierto que si el Betis se jugase algo, su campo no estaría medio vacío. No ascendimos por el Lugo ni por el Betis.

-¿Qué se lleva?

-Muy buenos momentos, los dos ascensos, la victoria en el Bernabeu, los partidos con el Sevilla, intensos y bonitos. Con toda la gente que he conocido.

-¿Un entrenador?

-Un cómputo de varios. Manolo era único por su manera de ser. Con Abelardo, al ser central, he aprendido mucho.

-¿Un compañero?

-Diego Castro es mi amigo íntimo, es como mi hermano. Hay otros muchos que podría citar como Gerard, Pichu, Lora, Cane?

-¿El mejor futbolista con el que ha jugado?

-El año del primer ascenso, Diego hizo algunas cosas técnicamente que no se las he visto a hacer a mucha gente. Miguel de las Cuevas, también. En Valladolid teníamos a Víctor, que era espectacular.

-El peor momento?

-Cuando Manolo murió. Fue un palo para todos. Me gusta recordarlo en lo positivo, siempre con una sonrisa en la boca.

-Está usted formándose como entrenador, ¿se imagina que un día el Sporting??

-Lo veo lejano. Ojalá el destino me deparé lo que está deparando al Pitu.

-¿Fue duro mediar entre un vestuario que no cobra y el consejo?

-Ha sido una labor de los cuatro capitanes. Intentamos que la gente entendiera las circunstancias en que estaba el club. Se intentó que no se enredara una cosa con la otra y por suerte nos ha salido bien, le hemos dado una alegría a la afición y un respiro económico al club.

-En un vestuario tan joven, ¿llega uno a sentirse también como un guaje?

-Sí, al final los chavales te meten en la película. Tengo al lado a Castro y le he gastado mil bromas, él se mete conmigo? eso es un vestuario.

-¿Había vivido algún caso similar al de Dani Ndi?

-No. Es la primera vez que me pasa. Creo que fue una falta de respeto muy grande para el club, para la institución y para lo que representa el Sporting. Si queremos ser un club serio, esas no se puede tolerar.

-Como central, ¿qué le parece la temporada de Bernardo y Luis Hernández?

-Magnífica. Se han compenetrado muy bien. No les recuerdo un error de bulto. Siempre pensé que Luis lo podía hacer bien y Lora jugar de lateral.

-¿Qué le parece Meré?

-Si Dios quiere, tenemos central para rato. Lo veo con mucha capacidad de mejora, escucha los consejos que le das y eso es muy importante.

-En Sevilla salió a calentar, ¿le hubiera gustado despedirse en el campo?

-Me hubiera gustado jugar en Sevilla, me hubiera gustado jugar aquí el último día en El Molinón, pero también entiendo las circunstancias del equipo.

-¿Le queda algo pendiente después de ocho años?

-No. He ascendido, he descendido, he llorado, he reído? Me ha sucedido de todo.