La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El milagro magiar

McLaren estuvo en Hungaroring muy por encima de sus opciones reales; ha mejorado, pero el quinto puesto es un espejismo

Fernando Alonso, rodando en Hungaroring por delante de Carlos Sainz (derecha) y con Grosjean al fondo. BERNADETTE SZABO / REUTERS

Quinto Fernando Alonso en Hungaroring, noveno Jenson Button. Con la llegada del verano McLaren parece haber salido del letargo. Once puntos en el casillero del asturiano tras el anterior logrado en Silverstone, y media docena en el del británico. Migajas de presente para dos ex campeones del mundo, esperanza para el futuro. Pero el que por vez primera en la temporada coincidieran los dos pilotos de la escudería de Woking en los puntos no debe impedirnos ver el bosque de dificultades que tienen por delante. Hay que saber calibrar lo sucedido en Hungaroring, donde para disfrute de los aficionados se vivió la carrera más loca e imprevisible de los últimos años, pero donde nada fue del todo verdad? ni del todo mentira. Es decir, que el puesto de Fernando Alonso y de su MP4-30 en la parrilla real del campeonato no es ni el que nos dejaba la imagen que daba el sábado la vuelta al mundo del automovilismo con el ovetense empujando su monoplaza por la calle de los garajes, ni la que pudiera desprenderse de esa quinta plaza lograda en Hungría, donde el bicampeón asturiano hacía de la discreción virtud para, sin hacer ruido, ganar posiciones salvando obstáculos y trampas según se sucedían los accidentes, incidentes y sanciones que salpimentaron la carrera especialmente en su tercio final y que afectaban a muchos coches que en condiciones normales hubieron estado por delante suyo.

En el quinto puesto final de Alonso, como en el noveno de Button tras iniciar ambos la carrera en la octava línea de la parrilla (15.º y 16.º), hay que tener en cuenta, sí, los pequeños avances registrados en el McLaren-Honda, pero también las características del propio circuito, de rectas cortas donde la velocidad punta tiene una importancia muy relativa. A ello hubo que añadir el descontrol de la carrera, propiciado ya desde el mismo momento de la salida por el despiste de un Hamilton que arrastró al resto de pilotos a una lucha descontrolada.

En McLaren disfrutaron de ese pequeño momento de felicidad que atenúe tantas penurias sufridas esta temporada, pero que los dos MP4-30 terminen en los puntos es tan extraordinario como lo fue que ninguna de las flechas de plata estuviera en el podio, como que los Red Bull de Kvyat y Ricciardo escoltaran al Ferrari de Sebastian Vettel en los puestos de honor o como que para encontrar el primer propulsor Mercedes en la clasificación hubiera que bajar hasta la sexta plaza (Hamilton). Hungría, para alegría de los aficionados, para satisfacción de Bernie Ecclestone y su negocio, transgredió todas las normas hasta ahora escritas esta temporada. Pero no convendría ignorar que la del domingo fue la excepción a la regla. Un maravilloso espejismo que se desvanecerá en Spa dentro de veinte días, y luego en Monza a principios de septiembre, y...

Mientras tanto, "carpe diem".

Compartir el artículo

stats