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Culé moyáu

Bienvenidos al norte

Bernd Schuster, en una de sus famosas salidas de tono, dijo cuando era jugador del Barça que ir a San Mamés era como viajar a Corea. Qué va. Ir a San Mamés es como ir a Bergues, la ciudad del Norte-Paso de Calais donde es destinado el funcionario de correos Philippe Abrams en la película "Bienvenidos al norte", y encontrarse no con unos compañeros estupendos, una gente acogedora, un clima más que soportable y unas agradabilísimas condiciones de vida, sino con el norte agrio, desagradable, frío y deprimente que se temía Philippe. El 4-0 con el que el Athletic destrozó al Barça en San Mamés en la idea de la Supercopa hicieron de Bilbao un Bergues en el que vivir el fútbol a la manea del Barça se convierte en un imposible metafísico por culpa de la presión adelantada, el impecable orden y la fe inquebrantable en la victoria de los jugadores del Athletic, acompañado todo ello por el asfixiante calor que llega desde la gradas de San Mamés. Bienvenidos al norte. Es la hora de sufrir en un estadio lleno de jugadores que hablan el fútbol de forma rarísima, como de otra época.

Y, con todo, el Barça volvió del Norte-Paso de Calais con tres puntos, con un gran Iniesta y un, por fin, convincente Sergi Roberto. Pero, además del resultado, lo más interesante del viaje del Barça al norte fue el banquillo. El gran Pericles explicaba a sus conciudadanos que, además de las reservas en dinero acuñado y metales preciosos depositadas en la Acrópolis, Atenas podía en caso de emergencia desmontar las placas de oro de la estatua de Atenea en el Partenón. Imagino que Luis Enrique piensa, como Pericles, que el Barça dispone de dinero para fichar cuando llegue el momento, pero en caso de urgencia puede utilizar las placas de oro que recubren La Masía. El banquillo del Barça en San Mamés estaba formado por un portero venido del frío y cinco chavales formados en la cantera. Un banquillo poco lujoso, es cierto, pero un banquillo de oro. Si para solucionar lesiones y ventas de jugadores hay que desnudar a Atenea, que así sea. El problema sería tener que viajar al norte con una Atenea desnuda.

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