Veinte años después, desde Atlanta-96, el K-4 1.000 metros de la selección española de piragüismo en aguas tranquilas retorna, y por la puerta grande, a unos Juegos Olímpicos, los de Río de Janeiro, que se disputarán el próximo verano. Ayer, en Milán, la tripulación formada por el asturiano Javier Hernanz, los gallegos Rodrigo Germade y Óscar Carrera, y el vasco Íñigo Peña se ganaron el pasaporte para la cita olímpica de 2016, al adjudicarse unas de las siete plazas europeas en liza en el Mundial.

Si bien es verdad que se clasifica el barco en esa modalidad y distancia, todo apunta a que la dirección técnica de la Federación Española de Piragüismo seguirá confiando -salvo causa de fuerza mayor- en ese mismo grupo de trabajo, a las órdenes del tecnico Luis Brasero, y no apostará por introducir cambios en una tripulación que conquistó por méritos propios defender el pabellón de España en Río. Un barco que, por cierto, ha dado un excelente rendimiento a lo largo del ciclo olímpico.

En el Campeonato del Mundo de Milán, el cuarteto español, con el parragués Javier Hernanz de "marca" de la embarcación, peleó hasta el último instante por las medallas. Se quedaron a únicamente 1.169 milésimas del bronce, cosechado por la República Checa -tercera en los Juegos de Londres, segunda en el Mundial del año pasado y actual campeona de Europa-, y a 3.206 milésimas del dorado metal que se apuntó Eslovaquia (2.56.102).

La regata del K-4 1.000 metros fue de infarto, dada la tremenda igualdad de los competidores. El barco español pasó sexto por la boya de 250, después cuarto en el 500 y cuarto en el 750, acabando en el sexto puesto, con el premio del billete olímpico para Río de Janeiro. Eslovaquia dominó la prueba de cabo a rabo, siempre en primera posición. Hungría terminó en segundo lugar y se hizo con la medalla de plata. Fajándose, a continuación, República Checa, Australia -campeona olímpica en Atenas-, Portugal -subcampeona del Mundo en Moscú y subcampeona de Europa en Racize- por el bronce, junto con España, esos cuatro barcos dentro del mismo segundo. Al final, el gato al agua se lo llevaron los checos. Rumanía y Bielorrusia, séptima y octava, también lograron la clasificación olímpica.

Otra de las grandes satisfacciones de la jornada para el combinado español tuvo como protagonista a la gallega Teresa Portela, que fue madre hace poco más de un año, logrando clasificarse para los que serán sus quintos Juegos Olímpicos, además de copar la tercera posición en este Mundial de Milán y, por lo tanto, alzarse con la medalla de bronce, en K-1 200 metros. Portela se quedó a sólo 1.188 milésimas de la neozelandesa Lisa Carrington (40.060), campeona olímpica en Londres-2012 y campeona del mundo en Moscú-2014. El metal de plata en Milán fue para la polaca Marta Walczykiewicz, igualmente segunda en el anterior Campeonato del Mundo, en Moscú.

En K-2 500 metros, prueba no olímpica, el balear Marcus Walz y el palentino Diego Cosgaya se proclamaron subcampeones del mundo. Sólo 788 milésimas les separaron de la medalla de oro, que iría a parar a manos de los australianos Kenny Wallace y Lachlan Tame. La medalla de bronce se la apuntaron los húngaros David Herics y Tamas Somoracz. Por su parte, el K-2 1.000 de Gabriel Campo y Rubén Millán, novenos el sábado, parece que podrían tener posibilidades de ganarse otro billete para los Juegos Olímpicos a causa del complejo sistema de reasignación de las plazas para la cita de Brasil-16.