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El gran reto de futuro de Garbiñe Muguruza

Desde que hace un par de años empezó a apurar a las mejores jugadoras del circuito, estaba claro que Garbiñe Muguruza acabaría levantando un trofeo del Grand Slam. Tenía un juego moderno, un físico privilegiado y la ambición lógica de cualquier veinteañera. Sólo le faltaba cultivar la mentalidad necesaria para afrontar los problemas que, inevitablemente, aparecen durante un partido de tenis al máximo nivel. Lo rozó el año pasado en Wimbledon, también contra Serena, y el sábado, en París, demostró que ya está preparada. Tampoco es muy arriesgado pronosticar que la hispano-venezolana alcanzará en algún momento el número uno del tenis mundial, ahora que Serena Williams ha iniciado su declive. Lo difícil para Garbiñe será consolidarse ahí arriba, como lo prueba la inestabilidad y las dudas de las aspirantes al trono en los últimos años: Azarenka, Halep, Radwanska o Kerber son ejemplos de tenistas que parecían llamadas a encabezar el ranking mundial y que, por unas causas u otras, se han estancado. Por eso, el gran reto de Garbiñe a partir de este momento no es llegar a la cumbre, sino mantenerse.

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