Con la selección española de fútbol pasa lo mismo que con los resultados electorales: ambas cuestiones van a dar para largos y a veces profundos análisis. En lo que se refiere a la cuestión futbolera hay que reconocerle a Gerard Piqué la sinceridad y claridad de sus valoraciones: el equipo nacional no alcanza el nivel que mostrara desde 2006 a 2012, periodo en el que ocupó la cumbre del fútbol mundial con un palmarés inigualable. Los equipos, dicen los estadísticos, cumplen ciclos cada cinco años. España sumó uno más, y desde 2012 se ha ido apagando por el paso de los años que ha dejado fuera futbolistas tan importantes como Xavi Hernández, Fernando Torres, David Villa o el mismo Iker Casillas. Hay jugadores campeones que han iniciado el declive por razones de edad y por saturación de éxitos. No hará falta dar nombres.

En situaciones como la actual la primera víctima suele ser el ocupante del banquillo, en este caso Vicente del Bosque, para quien se pide el paso a la reserva. El planteamiento del partido del lunes ha dado munición a quienes desean un cambio. Conte superó al señor marqués, quien, sin embargo, lleva en la mochila de vuelta a casa títulos mundiales y europeos, en la selección y en el Real Madrid, para dar y tomar. No es sorprendente que se desee un cambio por los dos fracasos consecutivos y por el convencimiento de que el ciclo ha terminado y que ha de buscarse un nuevo patrón para la nave hispana. En la búsqueda de ese nuevo patrón sorprende el salto a la palestra del nombre de Joaquín Caparrós, el entrenador utrerano cuyos principios son los más alejados posibles al tiquitaca. Caparrós quiere equipos de pie duro, balón largo y canción asturiana, que diría el clásico. Igual que aparece su nombre, se repasa su trayectoria en Primera, con más derrotas que victorias en un intento de minar su candidatura.

Los más finos analistas del país aseguran que el candidato de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española, es Julen Lopetegui, el exportero que no ha triunfado precisamente en el Oporto de Iker Casillas. Villar, por lo visto, duda entre presentar su candidatura a la presidencia de la UEFA o decantarse por la Federación Española, donde se ha convertido en presidente eterno. De la decisión de Villar dependerá en gran parte, sin duda, el futuro de Del Bosque, que, a lo mejor, sigue en el banquillo del equipo nacional.

En éstas se encuentra la selección cuando se acerca el 30 de junio, la primera fecha importante para ver qué tipo de movimientos están haciendo los responsables del Sporting. Entre los primeros, algunos que provocan cierta sorpresa, como el empeño en la contratación de un portero, Mariño, previo pago de ciertas cantidades a su club de procedencia, el Levante, cuyo banquillo va a ocupar un gijonés ilustre, Muñiz. No parecía que la portería iba a ser el primer objetivo del club, y menos si se tiene en cuenta que el gran timonel asegura que quiere fichajes "de titulares". Las gestiones muestran la puerta de salida a Alberto García y lanzan un aviso a Cuéllar. No puede haber otras explicaciones a una sorprendente búsqueda en los comienzos del verano futbolístico. Pero parece que habrá más sorpresas.