Kei Nishikori logró la primera medalla olímpica en tenis para Japón, un bronce que arrebató a Rafael Nadal (6-2, 6-7(1) y 6-3), que inició la lucha con una versión gris pero que acabó en plena pelea y llevó al límite al nipón hasta que se le agotaron las fuerzas.

El arranque de Nadal ya fue sospechoso. Comenzó desbordado de la pista por un rival que se mostró superior y que se impuso en todos los sentidos. Al tenista español le invadió el bajón tras una semana plagada de emociones, con el oro en dobles en compañía de Marc López, y de una dura pelea que enmascaró un esfuerzo sin límites y el gasto físico al que había estado sometido día tras día en Río después de dos meses en blanco.

Aún con la decepción en el cuerpo de la agria derrota sufrida en semifinales del torneo individual ante Del Potro, Nadal afrontó una cita a la que no está acostumbrado.

Nadal estaba desplazado a un recinto pequeño, de escaso aforo pero con un público entregado. Era difícil para el balear asumir una frustración como la que le sometió el argentino para pujar por el torneo.

Condenado a un partido de consolación, aunque con un reputado premio, la medalla de bronce, no encontró el ritmo Nadal, excesivamente errático.

Nishikori, séptimo del mundo, es un tenista batallador y con golpes muy buenos. Llegó a la pista 1 del Centro Olímpico de Tenis con menos kilómetros en sus piernas y menos exigido en la semifinal ante Murray, que le superó en dos sets por la vía rápida.

El primer nipón en alcanzar una final de Grand Slam, la que perdió ante el croata Marin Cilic en Nueva York hace dos años, notó la inestabilidad de su rival. Una buena oportunidad para obtener un premio sin precedentes en la historia de su tenis y para maquillar la relación de enfrentamientos directos con el español, al que solo había ganado en uno de diez partidos.

Más metido que el español en el principio Nishikori se aferraba con solvencia a su servicio, que no perdió durante la manga. Más que Nadal, que los que ganó los sacó a duras penas. El japonés rompió en el quinto y en el séptimo. Cerró el parcial en 43 minutos.

Rafael Nadal no dispuso de oportunidad de romper el servicio del nipón hasta el segundo parcial del segundo set. Lo desperdició.

Alternaba el español puntos de bravura con errores inexplicables. Un quiero y no puedo evidente a continuación, cuando el Kei se apropió del suyo y encarriló el partido y se acercó al bronce.

Fue con la proximidad del triunfo de Nishikori cuando emergió Nadal. Se dispuso a sacar para ganar el nipón y se topó con la pérdida de su servicio por primera vez. Fue un punto de inflexión del español que empezó a remontar hasta llevar el set al desempate. Ganó Nadal y el japonés tuvo que parar el partido.

En plena efervescencia del balear Nishikori se marchó al vestuario, donde permaneció más de diez minutos a pesar de las quejas de su rival y del público, ansioso de marcha.

Logró lo que quiso el tenista oriental, que frenó la euforia de su adversario. Regresó nuevo a la pista. Obligó a Nadal a volver a remar a la contra cuando le arrebató el servicio en el cuarto juego. Ya todo fue para él favorable. El español, en la reserva, se quedó sin fuerzas.