Que era un día más para hablar que para callar se demostró al poco de empezar la rueda de prensa, a la que Marcelino había llegado serio y ligeramente tenso, cuando se anunció que no había límite de preguntas (lo normal en estos casos es una por medio). Se confirmó cuando el de Villaviciosa repasó todos los temas que la prensa le fue lanzando, aunque por alguno pasara de puntillas. Por ejemplo, los motivos de su destitución: alegó "divergencias en la preparación de la temporada", "falta de fuerza dentro del club para conseguir los objetivos marcados". Sin embargo, le quitó importancia a los supuestos roces con los jugadores personalizados en Musacchio, uno de los señalados en su día como clave en su salida, a lo que se limitó a contestar que fue "tremendamente afortunado de poder dirigirlos" y que no iba a "entrar en detalles" en el caso del argentino.

Fruto de ello, su rueda de prensa fue más que maratoniana: 42+2 minutos de duración. 44, los mismos meses que estuvo al frente del Villarreal en una etapa "fantástica", hasta que el 10 de agosto se dio el bombazo informativo. Ese día, Marcelino fue destituido después de rescatar al Villarreal del pozo de la Segunda División y llevarlo a disputar la fase previa de la Champions en dos años. No se ofreció demasiado detalle sobre las causas de la chocante ruptura, aunque se deslizaron la falta de sintonía con el vestuario o los distintos puntos de vista entre club y técnico. Sin embargo, todo saltó por los aires el pasado jueves, cuando el presidente del Villarreal sugirió que no le habían gustado "cosas del final de la temporada pasada". Viendo el historial del asunto, los focos apuntaron con su máxima intensidad a aquel 2-0 del Sporting frente al Villarreal de Marcelino que salvó a los gijoneses (amén de la derrota del Getafe frente al Betis), intensificado por las palabras de Marcelino en la previa del encuentro ("no os voy a engañar, quiero que el Sporting se mantenga en Primera", dijo el maliayés) y un comentario de su mujer en las redes sociales festejando irse de Asturias con el "trabajo hecho".

"Me arrepiento de haber dicho eso, fue una torpeza, pero me arrepiento de unas declaraciones y no de unos hechos porque yo no he adulterado ninguna competición", dijo en alusión a los tres nombres que en los últimos días han puesto en duda su profesionalidad. Uno de ellos, Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, dijo que es madridista pero que si su mujer hubiese hecho algo parecido a la de Marcelino le hubiese pedido el divorcio: "Igual yo también lo pensé, ¿eh?" respondió con una sonrisa el técnico en la única concesión cómica de un día en el que no lo pedía el cuerpo. "Está clarísimo que fue desafortunado pero, sí yo tuviera algo que ocultar, escribir eso sería del género tonto", sentenció Marcelino en torno a las palabras de su mujer.

El más contundente en disparar al exentrenador del Villarreal fue Raúl Martín Presa, presidente del Rayo Vallecano, que se hubiese beneficiado de un resultado adverso del Sporting en la última jornada frente al Villarreal para mantenerse en Primera. Presa comparó a Marcelino con el piloto de Lufthansa que estrelló un avión que dejó 149 personas muertas, aunque ayer matizó que se refería a que una persona se podía saltar las directrices de su empresa: "No, ni estoy loco ni soy un asesino. Requiero al señor Martín Presa para que se retracte en las próximas horas de su desafortunada comparecencia pública, donde estableció una comparación entre mi persona y un individuo que se llevó por delante la vida de 149 personas. Mi profesión es ser entrenador de fútbol, honrado y profesional. He pasado unos días que no se los deseo a nadie, porque llevo 28 años entrenando y es muy duro que te acusen de no ser profesional", confesó el asturiano.

Llegado a este punto, Marcelino volvió a tomar la palabra para referirse a Fernando Roig, el que avivó el fuego por cercanía y conocimiento de la situación. Esas "cosas que no le habían gustado del final de la pasada temporada" chocaban frontalmente con lo que Roig le había dicho a Marcelino el día de su destitución y el domingo, cuando el asturiano lo llamó personalmente mientras la hoguera amenazaba con quemarlo vivo. "Me dio permiso para hacer un contexto sobre ella", dijo sin querer detallar si el presidente del Villarreal le había pedido perdón o le había dado explicaciones, aunque luego en un círculo privado reveló que le había dicho que en ningún momento sus declaraciones se vinculaban al partido ante el Sporting. Sólo Fernando Roig sabe lo que piensa, o en qué partidos piensa, porque el Deportivo se salvó una semana antes también frente a un Villarreal con jugadores menos habituales, algo que reforzó la coartada de Marcelino, que citó ejemplos de situaciones idénticas respecto al partido del Sporting, como días de descanso entre jornadas consecutivas o rotaciones entre partidos importantes con resultados satisfactorios. "El presidente me dijo que, si hubiese dudado de mi honradez, me hubiese despedido ese mismo día, y con eso me quedo", respondió el técnico.

"No le guardo rencor a nadie, mi padre me educó desde pequeño para que nunca lo tuviera", se sinceró Marcelino, disgustado por el mal comienzo de temporada del Villarreal. "No creo que mi marcha haya debilitado al club y me produjo enorme tristeza que no se clasificaran para la Liga de Campeones porque a todo el mundo nos había costado mucho conseguirlo y porque, aunque sea una pequeña parte, también aportamos algo". Ahora toca mirar al futuro, que no cree que esté condicionado por lo ocurrido: "No tengo miedo a que esto me pueda dificultar acceder a un banquillo".

"A veces la sinceridad juega malas pasadas", finalizó el entrenador, respaldado en la sala por sus ayudantes Rubén Uría e Ismael Fernández, a los que puso como testigos del momento de su "emotivo" adiós al Villarreal. Aunque en el caso de ayer, al menos esa sinceridad le sirvió para quitarse un peso de encima y demostrar que él también sabe atacar y defenderse.

Por su parte, Javier Tebas, presidente de La Liga, aseguró que "no" ha condenado al extécnico del Villarreal Marcelino aunque le ha reprochado la "conducta éticamente reprobable", que tanto "él como su entorno", tuvieron en el partido ante el Sporting. "No estoy condenando a nadie. Lo que he dicho es que tuvo una conducta éticamente reprobable y cuestionable. Sus temas personales no los conozco, pero tiene que haber una investigación sobre este tema porque lo peor que le puede pasar a la competición deportiva es que pierda su integridad", aseguró '.

A su vez, el presidente del Rayo, Martín desmintió que comparara a Marcelino con el piloto de Luthtansa que estrelló un avión en Francia el año pasado, argumentando que sus "declaraciones han sido mal interpretadas y sacadas completamente de contexto" y rogando "una rectificación a los medios de comunicación implicados".