Javier Tebas le ha dado la vuelta al fútbol español, que iba desbocado hacia el precipicio hasta su llegada a la presidencia de la Liga Profesional. Su gestión ha sido valiente porque los directivos de los clubes no aceptan de buena gana que les pongan límites a sus caprichos. También ha sido audaz para entrar en terrenos que parecían vedados, como el de la violencia o los amaños. Y, por supuesto, le ha dado un impulso tremendo a los ingresos por derechos de televisión para hacer más fuerte la Liga. Casi todo bien hasta que ha quedado al descubierto su maniobra para evitar rivales en las elecciones que convocó con nocturnidad y casi alevosía. Después de tantos años denunciando las malas prácticas de Ángel María Villar en la Federación Española, su pucherazo no es lo más coherente. Con lo que se demuestra, una vez más, que una cosa es predicar y otra dar trigo.