Pues avanza la semana hacia el mediodía del sábado, cuando el Sevilla comparezca en un Anfield del Piles que va a tener el sol como lo tenía en las matinales de Segunda y venía la cadena a ofrecer a un Sporting gayasperu. Un Sporting, damas y caballeros, señoras y señores diputados, que celebra con sordina los veinticinco años de su última comparecencia en la entonces Copa de la UEFA, ahora Liga Europa. Un Sporting cargado de chavalería entre la que destacaba un tal Abelardo, ahora gran timonel, y no pequeño grumete como pretende algún malvado que se esconde entre la multitud madrileña. Aquel Sporting tenía a "los cracs de Plácido", el presidente que se lanzó al mercado europeo con osadía. Le salieron bien dos de los tres fichajes: Iordanov, un fino y elegante centrocampista sin base física, y el delantero Luhovy, que marcó bastantes goles. Decepcionó el sueco Nilsson, con clase pero más frío que un témpano. "Lo quería la Juventus", se consolaban los directivos de entonces desesperados por su flojo rendimiento.

Y el Sporting, claro, tenía en el banquillo a un tal Ciriaco Cano, futbolista excelso y entrenador de valentía inusual. Ciriaco puede que haya sido el centrocampista más caro de la historia del Sporting. Todos los veranos llegaban dos o tres centrocampistas para sacarlo de la alineación por distintas disculpas: que si era lento, que si frenaba el juego, que no defendía. Pero todos los entrenadores lo tenían por titular indiscutible y mimaban su físico dosificando los entrenamientos. Este recorrido por el canal historia es obligado en las vísperas de la llegada de todo un Sevilla a un Molinón que no quiere vivir más angustias. Porque resulta que ayer fue martes, aunque esto sigue sin ser Bélgica, día en el que aún se hablaba acerca del comentario que le salió del alma en la sala de prensa de Granada al entrenador rojiblanco cuando le pusieron en la pantalla la última jugada del partido del sábado, cuando ni Viguera ni Cop fueron capaces de empujar el balón a un metro de la portería de Ochoa. "Madre mía", dijo; un "madre mía" que puede resumir la jugada, el partido y la situación rojiblanca.

También pudo decir lo mismo ante la ocasión de Carlos Castro, resuelta por el portero mexicano del Granada, aunque en ese caso le queda el consuelo al delantero de Ujo de que horas después nada menos que Cristiano Ronaldo falló dos oportunidades muy parecidas. Nada menos que Cristiano Ronaldo, el jugador mejor pagado del mundo, y con razón porque lleva más goles que partidos jugados con el Real Madrid, un logro inalcanzable para ningún otro. Pero ha cumplido cuatro partidos sin marcar y ya lo quieren mandar a galeras y le sacan una imagen en la que levanta un brazo tras el gol de Morata como si estuviera reclamando fuera de juego. Las cosas que pasan alrededor del portugués son siempre únicas.

Las buenas costumbres se mantienen; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué dice Esuperio de las restricciones en la firma de camisetas de la plantilla? Por lo visto, quiere consultarlo con Máximo, Manolín y Jesusón, que son dignos de mención. Próxima parada, Capuchinos.