Esta tarde deberá llegar a Gijón el Sevilla del desconcertante Jorge Sampaoli (desconcertante porque empezó la Liga cuestionado y ahora es uno de los ídolos del sevillismo) que mañana se enfrenta a un necesitado Sporting. El gran timonel, al que algún malvado escondido en las masas madrileñas se empeña en no dejarlo pasar de pequeño grumete, ha echado cuentas y por lo que vienen contando los más finos analistas del lugar va a disponer un centro del campo con lo que ahora se ha dado en llamar un tridente: Sergio, Moi Gómez y Dani Ndi serían, siempre según los citados finos analistas, los elegidos para poblar la zona en la que se cocinan el fútbol y los resultados. Habrán de cocinar bien el entrenador y los hombres que llame a formar parte de la alineación titular para recibir a un rival que sólo tiene un motivo para distraerse, que es el partido europeo de la semana siguiente. Pero los equipos de alto nivel, como es el caso del Sevilla, ya se sienten capacitados para atender sin desvíos las competiciones en las que participen.

El Sporting no puede quedarse corto mañana. Han sido muchos los partidos sin puntuar, tantos que pasó de la zona europea de la tercera jornada a la zona de descenso de la actualidad. No vale eso de que hay partidos que "no son de nuestra Liga" porque los puntos valen tanto frente al campeón o frente al líder como frente al colista. Sólo hay que recordar los tres puntos sumados en el pasado ejercicio ante un Atlético de Madrid que se quedó sin Liga en el Anfield del Piles ante un Sporting que terminaría logrando la salvación gracias a los tres puntos que sumó aquella noche. Con el Sevilla puede pasar lo mismo. Una victoria seguro que saca a los rojiblancos del trío del descenso y hará ver el futuro inmediato de otra forma. Partido, además, de vísperas de parón, que se producirá tras el viaje a Málaga en la noche del viernes venidero. Allí espera, entre otros, Jony, que no se esconde en reconocer en público lo mal que lo pasó cuando tuvo que hacer las maletas para dejar Gijón e irse a la otra punta de la península Ibérica.

Así las cosas, damas y caballeros, señoras y señores diputados, aún resuenen en los oídos de las gentes de buen vivir las palabras de Zinedine Zidane, entrenador del Real Madrid, reconociendo que el gol de Nacho en León fue más bello que el suyo en la final de la Novena. El entrenador ha desconcertado a más de uno que duda acostumbrado como está a comprobar la falsedad de tanta gente del fútbol. Zidane no necesita cargar con la mochila de la vanidad y no le cuesta reconocer que, en efecto, Nacho marcó en León un gol mejor que el suyo. Otra cosa es el valor de cada gol, que no admite discusión, pero ésa es otra historia que no viene al caso. Zidane no necesita mochila cargada de vanidad ni se anda con bromas. La alineación de anteayer es todo un canto a la responsabilidad.

Las buenas costumbres, siempre por delante; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿es cierto que Esuperio está muy molesto por el acto de entrega de los coches del patrocinador a los rojiblancos en la noche del miércoles? Próxima parada, Capuchinos.