El talento de Antonio José González García, "Curro", aún no se ha apagado. Este carismático mediocentro cumple su quinta campaña en el Extremadura, club en el que dio sus primeros pasos como futbolista. La pasada temporada subieron a Segunda B y en ésta luchan por mantenerse. No han comenzado bien las cosas para los de Almendralejo, pero Curro sigue dando lecciones en el campo. "Estoy disfrutando en mi tierra de los últimos años de fútbol que me quedan", explica.

Nacido hace 35 años en Santa Amalia, un pueblo de Badajoz, a Curro le cambia la voz cuando se le pregunta por el Oviedo. "Es un club que voy a llevar en mi corazón hasta que me muera", confiesa. Sus años de azul fueron convulsos para una institución que sufría en Tercera División. La afición se agarró a sus pases, a sus goles y a su liderazgo en el campo para sobrellevar aquella situación. Curro se sintió querido en Oviedo. "Que la gente todavía me tenga en el recuerdo es algo muy bonito para mí", reconoce.

Curro llega a emocionarse cuando piensa en esos años (estuvo en el Oviedo entre 2007 y 2010). "Pagaría por volver a ir a entrenar todos los días a El Requexón y por jugar cada quince días en el Tartiere", dice. Humilde, asegura que estar en Tercera y jugar en un campo como el ovetense hacía que se sintieran importante: "Nos hacía sentir futbolistas importantes. Jugar en un campo así estando en Tercera era algo espectacular, te sentías futbolista en todos los sentidos".

El mediocentro extremeño ha pasado de jugador a aficionado del Oviedo. Cada fin de semana intenta ver los partidos del equipo azul y siempre está al tanto de los resultados que cosecha. También fue muy especial para Curro el ascenso a Segunda que consiguió el equipo carbayón en Cádiz. Y es que siente que algo tuvo que ver en él: "Tuve la oportunidad de ver el partido y me sentí partícipe de todo aquello. Al fin y al cabo si no hubiera sido por los futbolistas que ascendimos a Segunda B no hubiera sido posible lo que vino después".

Pero por quien más se alegró el extremeño es por la sufrida afición azul. "Ver las celebraciones y ver a los aficionados tan felices fue una satisfacción muy grande", afirma.

Curro sigue centrado en el fútbol. Está en Segunda División B de nuevo y eso requiere todo su tiempo. En años anteriores compaginó los entrenamientos con un trabajo que le buscó el presidente del Extremadura en una destilería de la que es dueño. En su tierra ha nacido también su primera hija, que tiene ahora dos años.

Los aficionados del Tartiere aún tienen en la memoria los cambios de orientación que era capaz de hacer este jugador mágico, diferente. Uno de esos futbolistas que por talento podrían haber llegado a jugar en categorías superiores pero que siempre tendrá el orgullo de haber defendido la camiseta de un club en el que fue feliz y donde hizo feliz a una grada que necesitaba el consuelo de ver a un futbolista con magia.