El partido fue espectacular de principio a fin, con dos equipos ofreciendo lo mejor de su repertorio. Tras una salida amenazante del Borussia, con Schürrle muy cerca del gol a los tres minutos, el Madrid tomó el mando. Lo consiguió con una presión adelantada que incomodó a los alemanes. Recuperó el balón muy arriba para uso y disfrute de Critiano Ronaldo y Benzema, los más adelantados en el 4-4-2 dispuesto por Zidane. Ronaldo, más asistente que rematador ayer, puso dos balones de gol a Benzema y James, salvados por un seguro Weindenfeller.

No pudo hacer nada el portero cerca de la media hora poque la internada y el pase de Carvajal permitieron a Benzema rematar a bocajarro. Fue un gol fácil, pero el francés lo celebró con tanta rabia como complicidad con la afición, esa que tanto le reprocha sus desconexiones. No ayer porque Benzema intervino mucho y bien, a veces como pasador, como en un balón al que Cristiano no llegó por un pelo. Fue la última ocasión de un primer tiempo en el que el Borussia desperdició varias contras en superioridad y rozó el empate en una falta que Navas le sacó a Schürrle con una estirada felina.

Si la primera parte fue movida, la segunda viró a trepidante. Empezó con un arreón del Dortmund, que falló dos ocasiones en un minuto. También Benzema tuvo el segundo, con una diferencia: tras el paradón de Weindenfeller siguió la jugada y James puso una rosca para el 2-0 del francés. Las cosas parecían tan claras que los jugadores del Madrid se relajaron, un error ante un equipo como el Borussia.

Weigl, un joven mediocentro que dirigió con mano maestra a su equipo, asistió a la carrera de Schmelzer, que ganó la espalda a la defensa y se la cedió a Aubameyang en boca de puerta. Antes de sacar de centro, Tuchel puso en el campo a Reus y Emre Mor para dar un salto de calidad. Mejoró el Borussia, pero encontró más oposición de un Madrid que hizo lo que mejor se le da: repliegue y contragolpe.

Llegaron unos cuantos, casi siempre por la banda de Carvajal y Lucas Vázquez, que pusieron varios balones para el 3-1. Sobre todo uno a Cristiano que acabó, a cámara lenta, en el poste izquierdo. En ese momento, a falta de doce minutos y con el Madrid muy sólido, no pareció importante. Pero lo fue por un robo de balón de Emre Mor a Marcelo que propició el sprint de Aubameyang y la diana de Reus.