La llegada de un grupo mexicano para gestionar el Avilés tiene que ser, con las precauciones lógicas en estos casos, una buena noticia para el fútbol asturiano. No podía prolongarse más la parálisis que sufría el club con José María Tejero, reflejada en los impagos a la plantilla como consecuencia más visible. Las pomposas declaraciones de unos y otros el viernes -hablando de plazos para llegar al fútbol profesional y conseguir una rentabilidad- están bien de cara al aficionado, pero lo primero es poner los pies en el suelo y darse cuenta de donde estamos: en una categoría, la Tercera División, en la que los ingresos no paran de disminuir, con cada vez menos público en las gradas y los inconvenientes propios del fútbol modesto. La marcha deportiva del equipo dirigido por Pablo Lago, que habla muy bien de unos jugadores maltratados por los dirigentes, es el principal activo en estos momentos de la entidad. Por eso hablar de fichajes inmediatos resulta peligroso, ya que puede romper la armonía de un vestuario que ha dado muestras sobradas de su compromiso. Al Avilés siempre le ha ido mejor con Tejero en un discreto segundo plano, pero hay que ir paso a paso.