Messi nunca había marcado un gol a Las Palmas, y podría pensarse que este curioso hecho distraería al 10 y no acudiría a su paseo con el gol. Pues no. Messi ni siquiera tuvo que tirar una falta a la escuadra, o hacer una jugada de dibujos animados, o una de esas diagonales con final feliz que le han hecho famoso, sino que se limitó a aprovechar un rechace del portero y marcar un gol de delantero centro de toda la vida, uno de esos goles que marcaba Julio Salinas, un gol de carroñero del área, gol de puro olfato, de saber estar, de entender de qué va esto. A Messi no le distrae una obra de Rousseau ni un equipo vestido de amarillo que algunos ya presentaban como gafe. Sin embargo, creo que hoy Kant se habría perdido también su paseo diario con tal de disfrutar del juego de Messi. Es más, estoy seguro de que el autor de la "Crítica de la razón pura" habría estado encantado de poder acompañar a Messi con un paraguas para protegerlo de la lluvia de tonterías irracionales que hemos tenido que escuchar desde que la burocracia se ha empeñado en divinizar a Ronaldo. Y el paraguas de Kant vale más que un "Balón de Oro".