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Partidos Con Historia

España inicia la cuenta

La selección nacional conquista su primer gran título al derrotar en Madrid a la Unión Soviética en el Campeonato de Europa de 1964, en una final marcada por el decisivo gol de cabeza de Marcelino

España inicia la cuenta

Hay partidos que están ligados para siempre a una frase. En el caso del España-Unión Soviética de 1964 no hay ninguna duda de cuál se trata. El del gol de Marcelino. España vivía hasta entonces, si de tantos significativos hablamos, del de Zarra ante Inglaterra en el Mundial de 1950, que mandó a los ingleses para casa, en su primera participación en la máxima cita de selecciones, y permitió su acceso a la fase final del campeonato, en el que acabaría en cuarto lugar. Pero aquel día, Marcelino, delantero centro además del Zaragoza denominado de "los cinco magníficos", por una delantera en la que estaban también Canario, Santos, Villa y Carlos Lapetra, se hizo un hueco para siempre en la mejor historia del fútbol español.

Su remate de cabeza desequilibró un partido que era algo más que un partido, dado el antagonismo político entre los dos países en disputa, lo cual había propiciado un episodio desgraciado cuatro años antes. En el Campeonato de Europa de 1960 el sorteo deparó un partido de cuartos de final entre España y la Unión Soviética. El régimen español no permitió que el equipo se midiese al "ogro comunista", epítome de todos los males que había en el mundo según la visión franquista.

Pero desde un punto de vista estrictamente futbolístico aquel gol ponía muchas cosas en su sitio. Para empezar suponía que se batía a uno de los mejores porteros de la historia cuando menos (para algunos, el mejor, incluso), como Yashin. El sensacional portero del Dinamo de Moscú era conocido como "la araña negra" por la seguridad con la que atrapaba el balón, al que parecía atraer como si su cuerpo fuese un imán, y por el color de su indumentaria.

Pues ni Yashin tuvo respuesta para el seco cabezazo de Marcelino, que culminó a la perfección un pase de Pereda, no de Amancio, como se creyó durante mucho tiempo, a la vista de las imágenes que había, pero es que la confusión se debió a un fallo de la grabación que el montador cinematográfico resolvió colocando un pase del extremo madridista en la acción del decisivo gol cuando en realidad había sido del interior barcelonista. Precisamente Pereda había sido quien había abierto en el marcador. Se llevaban sólo seis minutos de partido y todo parecía perfectamente encarrilado para el equipo que dirigía José Villalonga, pero los soviéticos tardaron dos minutos en equilibrar el marcador. El equipo visitante no era poca cosa pues defendía título, tras proclamarse campeón de Europa de selecciones en 1960 en la primera edición del torneo, al derrotar a Yugoslavia.

España dominaba pero le costaba crear oportunidades claras en un encuentro muy igualado hasta que llegó ese gol salvador a falta de seis minutos para el final que fue recibido como no podía ser menos de forma muy eufórica. Y es que la victoria suponía un premio muy especial para el equipo en sí. Después de probar con extranjeros nacionalizados durante mucho tiempo -Kubala, Di Stefano y Puskas, nada menos, llegaron a vestir el uniforme de la selección española, cosechando fracaso tras fracaso- España conseguía el primer gran éxito de su historia con gente de la casa, con jugadores del Madrid (Zoco y Amancio), el Barcelona (Olivella, Fusté y Pereda), el Atlético (Rivilla y Calleja), el Athletic (Iríbar) y los ya citados zaragocistas Marcelino y Lapetra. De la casa también era Luis Suárez, pues aunque de aquella ya triunfaba en el Inter italiano, se había formado en España -el fino interior gallego había sido jugador con anterioridad del Deportivo y el Barcelona.

El éxito de la selección ajustaba cuentas además con los clubs. Los equipos españoles no paraban de ganar en Europa mientras la selección tenía que conformarse con un cuarto puesto en el Mundial de 1950 como mejor clasificación, aquel del terrible fracaso de Brasil en su campo ante Uruguay. El Madrid había ganado las cinco primeras Copas de Europa y después había sido finalista en otras dos ocasiones; el Barcelona también había sido una vez finalista de la máxima competición continental por clubs; el Atlético había ganado la Recopa, competición que jugaban los campeones de Copa, y sido finalista en otra ocasión, y el Zaragoza, así como el Barcelona y el Valencia, se impuso en la Copa de Ferias, la antecesora de alguna forma de lo que ahora es la Liga Europa. Sólo hubo un año, en 1961, desde 1955 en el que no hubiese un éxito al menos de un equipo español -en algunos casos con los dos finalistas españoles, como la Copa de Ferias de 1962 y de 1964, y sin embargo la selección era casi el hazmerreír. Hasta que cuajó este equipo armado por Villalonga, que fue superando sucesivamente a Rumanía, Irlanda del Norte, Irlanda y Hungría antes de afrontar el último obstáculo en forma de Unión Soviética.

El cierre de fronteras para futbolistas extranjeros decretado tras un nuevo fracaso, en el Mundial disputado en Chile en 1962, aclaró mucho las cosas para el seleccionador, que entre otros contó con un asturiano, el centrocampista Paquito, exjugador del Oviedo, de aquella triunfador en el Valencia, aunque el fino centrocampista ovetense no disputó ni uno solo de los minutos de los dos últimos partidos después de haber participado en los anteriores.

Dos años después, España volvió a las andadas, al sufrir un revés espectacular en el Mundial que se jugó en Inglaterra. Con Villalonga todavía al frente y en activo la mayor parte de los campeones de Europa, la selección no fue capaz de superar la primera ronda, tras ganar únicamente a Suiza (otro partido marcado asimismo por un gol famoso, como el de Sanchís, en un arranque de furia), y perder con Argentina y Alemania.

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