Víctor Pérez empató el partido a 100 cuando quedaban once segundos para terminar la prórroga. Ñete Bohigas, entrenador del Cáceres, pidió tiempo muerto. Tras las indicaciones del técnico, el balón fue a parar al hombre más inspirado del encuentro: el montenegrino Rakocevic. Hasta ese momento llevaba 30 puntos, con seis triples en diez intentos. De poco le hubieran servido a su equipo si hubiera fallado la última acción. No lo hizo. Tuvo la habilidad para buscarse un hueco con Víctor Pérez, atento, delante suyo. Encontró un espacio para tirar en buena posición y no erró. Encestó cuando ya no quedaban más segundos en el reloj. La canasta dio automáticamente la victoria al Cáceres. El Unión Financiera perdió, pero lo hizo de una forma que debe hacer sentirse orgullosa a su afición.

El espectáculo que ofrecieron ayer estos dos equipos en el Multiusos de Cáceres es de los que hacen afición, de los que engrandecen a la LEB Oro. Hubo emoción, acierto, grandes jugadas, una prórroga y una canasta sobre la bocina para decidir el encuentro. La moneda cayó del lado del Cáceres y no se puede decir que fuera injusto. Tampoco lo hubiera sido que el conjunto ovetense ganara su cuarto partido seguido a domicilio. Lo único que se le puede achacar a los de Carles Marco es haber tirado la primera parte. En los dos primeros cuartos no se reconocía a un equipo que había perdido la intensidad defensiva que le ha permitido estar en lo más alto de la clasificación. Tampoco fue normal el acierto de Parejo (cinco de diez en triples) y Rakocevic (seis de diez).

El Unión Financiera comenzó el partido noqueado. A los de Carles Marco les costó encontrarse en la cancha sin Dani Pérez, el que había sido su líder desde el inicio de la temporada. El base catalán, con una fisura en el radio de su brazo izquierdo, estará ausente por un periodo largo (mes y medio desde que se lesionó ante el Burgos). El partido de ayer es una buena razón para desmentir que el equipo no pueda funcionar sin el barcelonés. Pero lo cierto es que al principio de la contienda daba la sensación de que eran los propios jugadores del Unión Financiera los que lo creían.

Al equipo ovetense le faltaba la alegría que sí tenía el Cáceres. La exhibición que ofreció el cuadro extremeño en el primer tiempo tampoco es desdeñable. Lo anotaban todo. Rakocevic cerró la primera parte con un triple que parecía dejar ya zanjada la contienda (59-40). El enfado de Carles Marco por haber permitido al rival anotar tantos puntos en tan solo dos cuartos era descomunal. No reconocía a su equipo.

Todo cambió al regreso de los vestuarios. Qué espectáculo el ofrecido por el cuadro ovetense en la segunda parte. Cáceres seguía anotando, pero los jugadores del Oviedo Baloncesto apretaron el culo y se pusieron a defender y a rebotear como si la vida les fuera en ello. Poco importaba que a los amagos de remontada les respondieran triples inverosímiles como el que anotó Parejo para poner de nuevo quince arriba (67-52) a su equipo a cinco minutos para el final del tercer parcial. Como un martillo pilón siguió insistiendo el Unión Financiera. El líder ayer fue Löfberg. El sueco, de 21 años, es un jugador descomunal, de una velocidad y una clase que hacen que cuando está enchufado sea casi imparable. Ayer, además de anotar 24 puntos, cogió 8 rebotes y se echó al equipo a las espaldas en busca de la remontada.

Sin saber muy bien qué había pasado, Cáceres vio cómo una renta de 19 puntos se había reducido a 4 al final del tercer período (78-74). El partido estaba en un pañuelo. Löfberg comenzó el último parcial como acabó el tercero: anotando. A 6.45 para el final, un triple de Salvó ponía por delante (83-84) a los azules, ayer de blanco. El Cáceres tuvo la virtud de no venirse abajo, de no pensar en la renta que habían desperdiciado y eso les sirvió para seguir enganchados al partido. Sans, a 1:20 para el final, anotó una canasta que ponía cinco arriba (89-94) al Oviedo. La desperdiciaron, con una pérdida por tardar más de ocho segundos en cruzar la mitad de la cancha incluida. Dos tiros libres del pívot Marcius llevaron el partido a la prórroga. En ella Rakocevic dio la victoria a Cáceres en un partido descomunal. Uno de esos que dejan huella.

El Oviedo tiene que pensar ahora en el bonito reto que tiene el viernes en Pumarín ante al Burgos. Les toca luchar por el primer título de su historia: la Copa Princesa. Que siga el espectáculo.