El pasado año, en el ATP'250 de Sao Paulo, el asturiano Pablo Carreño lograba el primer doblete de su carrera al alcanzar las finales de dobles e individuales. Perdió ambas. Ahora, de nuevo en Brasil pero en un torneo de superior categoría, el ATP'500 de Río de Janeiro, el gijonés firmaba el segundo para acabar con un sabor agridulce. Dulce por la victoria lograda de madrugada en dobles en compañía del uruguayo Pablo Cuevas, agria por la derrota sufrida anoche en la cita individual ante el austriaco Dominic Thiem, octavo jugador del ranking mundial y el líder de la nueva camada de jóvenes jugadores dispuestos a asaltar los puestos de honor. Agria pero menos, pues esa final supone primero la confirmación de un tenista de élite y, por otro, la suma de 300 importantísimos puntos que le permitirán hoy dar un nuevo salto en el ranking para ponerse en torno al vigésimo puesto mundial.

La historia de este intenso domingo de Carreño en Río hay que contarla poco a poco, pues en menos de 24 horas completó tres encuentros. Primero su semifinal ante el noruego Casper Ruud, de 18 años, el mejor junior del 2016. Una final salvada a base de entrega y lucha, de no darse por vencido cuando pintaban bastos. Porque a bastos, a palos, se jugó Ruud el partido y parecía que lo tenía inclinado a su favor cuando dominaba 2-6, 2-3 y saque. Se levantó por primera vez Carreño, que igualó a tres juegos. De nuevo ventaja 3-4 para Ruud y saque, y segunda vez que se levanta el gijonés. Y hubo una tercera y más decisiva, cuando con 4-5 dispuso el joven noruego de una bola para ganar el partido. La levantó el asturiano... y cogió carrerilla. A su momento de euforia se sumó el bajón anímico de Ruud y firmó nueve juegos seguidos para anotarse el choque por 6-2, 7-5 y 6-0 cuando ya se había entrado en el domingo español.

Un ratito de descanso y de nuevo a la pista para, junto al uruguayo Cuevas, disputar la final de dobles frente a los colombianos Cabal y Farah. Un año antes, en el 2016, Carreño había alcanzado ya la final de dobles de Río junto al canario David Marrero y caían precisamente ante Cabal y Farah. Ayer, de madrugada, se tomó la revancha en otro partido a tres sets: 6-4, 5-7 y 10-8 en el desempate. Carreño ya tenía el primer título del año en las alforjas, el tercero que adorna su palmarés como magnífico doblista que es.

Quedaba el gran y doble reto: superar en la final individual a Thiem, todo un "top ten" a sus 23 años, y el cansancio de tanto partido en tan poco tiempo. El encuentro fue intenso, con magníficos intercambios de golpes en los que el austriaco alternaba bolas altísimas con las que cortar el ritmo del gijonés con palos a las líneas. Respondía el asturiano a las acometidas y logró ser el primero en romper (quinto juego) el servicio de su rival, para ceder el suyo de seguido. Así, emparejados, alcanzaban el duodécimo juego, cuando Thiem aprovechó su tercera bola de set para inclinar la manga 7-5 a su favor.

No se rindió Carreño, ni entonces ni cuando Thiem se ponía 4-2 a favor y saque. El genio del gijonés es incuestionable, como ya se vio en la Copa David. Empató a cuatro...pero acabó cediendo 6-4 el que era su tercer partido en menos de 24 horas. Vaya mérito.