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Una Semana De Pasada

Sergio Llull, o la excelencia como maravillosa rutina

Claudio Ranieri saluda tras el Sevilla-Leicester. REUTERS

Hace una semana, como todos los lunes posteriores a un domingo con gran competición de baloncesto FIBA, fue el día de San Sergio Llull. Después de tres exhibiciones grandiosas en Vitoria, ya no quedaban adjetivos en el diccionario para definir al balear. Ni explicaciones para su firme voluntad de resistirse a los cantos de sirena de la NBA. Pero todo es tan sencillo como su forma de desenvolverse en la cancha: Sergio es feliz jugando en Europa y en el Real Madrid. Llull renuncia a un puñado de dólares, pero está encantado con la vida que lleva en España y, al paso que va, acabará convirtiéndose en una leyenda del deporte. Una muestra de su talante fue la actuación cuatro días después de coronarse como el rey de la Copa. En un partido más de la Euroliga, sin otro aliciente que conocer el tamaño de la paliza del Madrid al Darussafaka, Llull jugó como si no hubiera un mañana. En diez minutos dejó el partido visto para sentencia con 19 puntos (5 de 6 en triples, 2 de 2 en tiros de dos). "Había que salir con el cuchillo entre los dientes porque después de ganar un título podía haber un poco de relajación", se limitó a decir, la mejor prueba de que Llull es de esa clase de deportistas que convierten la excelencia en rutina.

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