"Vienen poco y hay que aprovecharlo, aunque no estén Villa, Mata o Cazorla". Jorge Julio Cabal fue uno de los cien aficionados que ayer recibieron a España a su llegada al aeropuerto de Asturias. Con camiseta y bufanda de la Roja en ristre, este vecino de Lugones consiguió lo que casi todos querían, la firma y unos segundos de charla con Sergio Ramos. El futbolista del Real Madrid fue el más aclamado en medio del amplio dispositivo de seguridad que veló por la selección, compuesto por efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, que incluso desplegó un helicóptero para seguir cada movimiento de la expedición.

"Vine a traer a mi güelu al aeropuerto, porque marcha quince días a Benidorm, y a ver al maestro, Ramos", comenta Luis Ortega, ovetense de 22 años entregado al de Camas, ante la pureta de "Llegadas". Y España correspondió. Evitó que el autocar entrara en la pista del aeropuerto para recogerles, al contrario de lo sucedido con Israel, y optó por atravesar la terminal para saludar a la afición asturiana antes de viajar por carretera al hotel de concentración, en Gijón. Lo hizo a través de un paso habilitado, mediante vallas, exclusivamente para la expedición de la Roja.

"La mía es la de la final de Lisboa", señala Juan González, un naveto que luce con orgullo una réplica de la camiseta con la que Ramos dio la décima Copa de Europa al Madrid. "Yo traje la de la undécima", apunta, dos pasos más allá, Alberto Lanzás, vecino de Piedras Blancas y seguir del sevillano. "Tengo aquí la camiseta de España del guaje, a ver si me la firma", señala Davinia García, gijonesa para la quien no existe otro guaje que no sea su hijo, Pablo, y que también desea el autógrafo del capitán blanco. "Iniesta ye el mejor", comenta entonces Luis Antonio Norniella, un felguerino que recuerda a quien convirtió a España en campeón del mundo. "Lo que tien Sergio Ramos ye que ye simpáticu", concluye ante la aprobación de todos.